Corset quería permanecer alegre. Por eso y no por ninguna otra razón,
un día voló. Se fue lejos, allá donde los malos recuerdos no le pudiesen
alcanzar. Lo hizo con tanto énfasis que debieron pasar muchos años hasta que
pudo recobrar la cordura. Anduvo y anduvo sin descanso. Huyendo, siempre
huyendo. Sin descanso. Maldita sea, se decía siempre antes de dormir. No atinó a saber si
había conseguido su objetivo, pero tres mil días después cayó en la cuenta de
que añoraba lo bueno del pasado. De tanto correr se había olvidado de que no
todo había sido malo. Pero quizá ya era demasiado tarde...
2 comentarios:
Está bien leer este tipo de cosas cuando uno quiere huir, para recordar que hay ciertos límites y que en un momento dado es suficiente, para reaccionar... y parar.
Terapéutico :)
Jejeje a veces, pero sólo a veces, viene bien eso de la terapéutica jejeje ;) Muchas gracias por estar por aquí.
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