Los cristales
son ciertamente caprichosos. A algunos les da por dejar pasar la luz tal y como
es y a otros, tontuelos, les da por deformarlo todo. A veces más borroso, otras
más bonito, uno no sabe a qué atenerse con ellos. Y es que todo depende del
cristal con qué se mire. Para unos un desayuno puede ser lo más bonito del
mundo y para otros simplemente un cúmulo de hidratos malsanos. Un día lo ordenó
todo con tanto mimo, había pensado hasta el último detalle, pero cuando subió
el telón aquella mueca con la que se topó lo derrumbó por completo. No se
esperaba aquella expresión de semi asco. ¡Con el mimo que lo había dispuesto
todo! Los vasos, el zumo, los cruasanes… Lloró porque pensó que no se lo
merecía. Incluso llegó a patalear y darse golpes. Pero así son los cristales
con los que se mira…
Happier, de Ed Sheeran.
Pd. Y mañana es 8 de septiembre...
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