viernes, 28 de septiembre de 2018
La casa de las flores
Y hemos dejado de creer en lo perfecto. Si hace unos
años, pocos, todos nos mirábamos en el espejo de quienes triunfaban, hoy sabemos
que todos los cristales en los que reflejarnos están rotos. Ni uno queda. Y es
que ya no queda nadie perfecto, ni siquiera se aproxima. Eso es lo que sabe
Paulina, capaz de cualquier cosa por fijar y dar esplendor a su singular
familia. Cuando todos caminan en direcciones contrarias es imposible la armonía,
pero ella ahí se afana y vamos que sí lo logra. Hasta José María José acepta, entra
por su aro. Y como contrapunto Julián, que no sabe quién es, que se busca y no
mira nada más. Lo han aprendido todo de la matriarca de los De la Mora.
Virginia sienta las bases porque lo importante es atacar todo lo establecido,
minándolo sin piedad, para que todo siga igual…
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