Y, por
otra parte, habría sido como vengarse de un fantasma, puesto que el Norman que
yo había conocido y amado había resultado no existir, no ser más que una
imaginación mía, producto de un enorme malentendido del que no podía echarle la
culpa a nadie más que a mí. Había resultado ser un personaje más de mis sueños,
no más real que el poeta loco de la semana pasada, el que aporreaba la puerta
de Sarah Bernhardt. Estaba hundido...
Firmin, de Sam Savage.
Sex on fire, de Kings of Leon.
Pd. ¡Ay, esta canción! Me trae tantos buenos recuerdos... ¡Ay, esta canción que me devuelve la vida!
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