Tarde y mal
Con la soga al cuello. Hay días en los que no hay
horas suficientes para tanto ajetreo. Después de la calma siempre llega el
frenesí. Y con la sensación de ir siempre a rastras. Como si se nos fuera la
vida y con ese regusto en los labios de que nunca se está a la altura, que se
llega tarde y mal a los sitios. Dando la nota… Y así no se puede vivir…
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