Faltaban
unos minutos para las doce del mediodía en Canarias. Exactamente faltaban diez
minutos para las doce del mediodía y tenía la tensión por las nubes porque
llevaba desde primera hora de la mañana esperando por una llamada de trabajo.
Qué nombre tan feo: Llamada de trabajo… En fin, que intuía que me iba a quedar sin
poder avanzar demasiado porque se me iba a solapar con los encargos de última hora,
cuestión básica de estos días de confinamiento y de la soledad de los últimos 18
días.
Cinco minutos para las doce, que empieza, que empieza y me da por mirar
por el balcón. Se oía más bullicio que de costumbre. Con esto de la cuarentena se
me ha agudizado el oído, hasta he vuelto a escuchar a alguno de los pocos
aviones que aterrizan en Los Rodeos. Eran dos treintañeros que paseaban por mi
calle. Tan alegres, tan abstraídos de todo lo que les rodeaba. No sé qué se
decían, pero les envidié por un segundo. Uno, más regordete y de bermudas azul
marino, llevaba una bolsa de basura y una botella de agua vacía. El otro, alto
y elegante, paseaba un labrador o eso me pareció. Los dos iban libres hacia el
contenedor de basura. Sí, solo el contenedor de basura orgánica. Así que
imaginé que ahí también iría a parar la botella de plástico. ¡Pobre planeta!
Coincidiendo con las señales horarias del mediodía comenzaron a bailar. Fue un
segundo en el que dejaron de ser dos para convertirse en uno solo.
Sincronizados a la perfección. El de Tobby (siempre me ha gustado ese nombre
para un cachorro) se cruzó por detrás, mientras el otro chaval levantaba la
mano en la que llevaba la bolsa de basura hacia el contendor. Un segundo, tan solo
un agapimú de Ana Belén y al tiempo se intercambiaron con las otras manos que
les quedaban libres dinero y un paquetito enrollado en una bolsa blanca.
Despedida acelerada y cada uno por su camino, como si no se conocieran de nada.
Malos tiempos para la abstinencia, pensé. Un agapimú y se desvaneció toda la
magia. Después dejé de mirar por la ventana, volví a lo mío, al teletrabajo. La
vida continúa.
Agapimú, versión de Ojete Calor.
Pd. Espero que les gusten.
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