jueves, 1 de mayo de 2008
Gruñidos
A veces siento como si estuviese enfadado con todos, pero no es así. Gruño, pero no lo quiero hacer. Lucho contra mi mismo. He tenido que ponerme guantes de boxeo y protección porque tengo miedo a que me hagas daño. Cada segundo que pasa es peor que el anterior y creo que estoy perdido. Me esfuerzo en estar lejos, pero eso no es lo que quiero. Me gustaría estar al otro lado, en la punta opuesta de la cama, junto a ti. Y me viene a la cabeza un recuerdo lejano: Abriste los ojos a las diez y media de la mañana. Te dolía un poco la garganta. La luz entraba tenue por la ventana. Y yo estaba allí. ¡Maldita sea! No, no había sido un mal sueño, debiste pensar.Yo estaba allí. En tu cama. No junto a ti, sino justo en la otra punta de tu cama, lejos y apartado. Solo, pero en tu cama. Y pusiste cara de que mejor nada hubiera pasado. De querer volver para atrás. De borrarlo, pero yo estaba allí y ya nada podías hacer. Y muero al saber qué es lo que realmente me pasa y que a ti no.
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