La música sonaba igual que en las películas en blanco y negro. La que cantaba bien podría serlo, pero no era negra. Tal vez su voz, sí. Humo en el ambiente. Blues y jazz. Sin aire puro en aquel subterráneo decorado con imitaciones de cuadros importantes. Como en los años cuarenta. Fuera, un cartel desvencijado y la lluvia. Dentro, cervezas y miradas. Dos chicas acariciándose, unos tocando la guitarra y un solitario rockero jugando una partida de billar. La ‘jam session’ transcurrió tranquila y suave, entre risas, como tiene que ser. Después la primavera fría aterrizó para quedarse. Aún sin flores a la vista. Sólo las que aparecen a ratos en la tele. Y esperas a que sea lunes de nuevo para volver a ese chico rubio de zapatos marrones que últimamente coincide contigo en el tranvía a las 08.45. Todos los días el mismo ritual. Él se baja primero, pero luego lo adelantas en Correos para que al final trasponga rumbo a la Marina. Escucha música. No sabes qué piensa. Ni quién es. A veces te mira y eso a veces es suficiente para que tus heridas sanen. Para que escuchar ciertos nombres no escueza y para asumir que el caballo que montas entre tus piernas hace sólo lo que tú quieras... porque de fondo suena una buena canción.http://www.youtube.com/watch?v=qPYpu1uM3zU
Pdt. Buena canción, mejor velada... gracias.
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