Cuando una puerta se cierra, me cuentan, que se abre una ventana. Y a veces es cierto. Ayer, por ejemplo, sucedió. Estaba abatido, después de las últimas confesiones. Deambulaba sin rumbo fijo y un nudo en el estómago apareció. No pude dormir. A las tres de la mañana mis ojos se abrieron y ya no pudieron volver a cerrarse. No sé muy bien la razón o, más bien, temo descubrirla. Los segundos pasaron y pronto la luz comenzó a asomarse por la cristalera. El despertador sonó, pero ya no hizo falta. Me ducho con agua fría mientras las nubes predominan bajo un cielo gris plomo. Y rezo. Lo hago porque quiero encomendarme para lograr algo. Ruego tener paciencia... y recuperar las esperanzas.
http://www.youtube.com/watch?v=cYYL1vybRU4
No hay comentarios:
Publicar un comentario