Hace calor. Tal vez demasiado. Llego puntual y me acompañas. Rodeado de mil comentarios. Y, en medio, como casi siempre aparece la desazón. El no saber para dónde tirar y el miedo a lo que está por suceder. También se dan cita los silencios que son para no hacerme daño, pero que me lo hacen. Intento salir a la superficie, coger aire antes de asfixiarme de forma definitiva. A lo lejos se oyen aplausos frente a un televisor y me hablas al oído de los nenúfares que hay en Marruecos. ‘Eso es lo único que nos queda, que se acuerden de nosotros cuando pasa algo bonito’, te susurro. Me abandonas y me quedo desahuciado hasta que aparece a fuerza de candela un atisbo de claridad al fondo del túnel. Huyo de mi hecatombe y corro hacia la luz. En el ínterin bailo, sonrío y se me olvida comer. La tarde avanza y me arrincono junto a un vaso lleno de ron. Decido abandonarme al momento y reapareces, como en aquella fiesta de diciembre de 2007. Volamos juntos. “A veces las palabras sobran; sólo con una sonrisa sincera e inocente basta cuando estás girando en el aire y tienes miedo”, te dije al tiempo que te di las gracias por aquella noche especial. Anoche pensé lo mismo, aunque claro, no lo recordaba. Vuelves a sonreír y de paso tocas la guitarra. Tarareas sin mirarme esos versos de ‘Turnedo’ de Iván Ferreiro, que tanta presencia tienen en este mundo azultokio y aguardo... El reloj implacable me sentencia de muerte. Al clarear el día regreso a mi cama y me sé besándote hasta que escampe este temporal de silencios que son para no hacerme daño...
http://www.youtube.com/watch?v=mhM85NJQQ5w
Pdt. La foto es repetida, la colgué tras una fiesta en diciembre de 2007. En aquella oportunidad alguien me dijo lo mismo de anoche, que entre nosotros había especial...
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