Sonríes. Me miras y sonríes sin decir nada. Guardas silencio y me afano en recorrerte con mis torpes dedos, descubriéndote poco a poco. Permaneces con los ojos cerrados, dejándote ir. Me detengo en tu espalda y me doy un salto a tu nariz. Después viajo por tu barbilla y vuelvo a hacer escala en tu pecho. Y sigues sin abrir la boca… Amanece fuera y tu olor se me queda grabado en la piel. La habitación se va llenando poco a poco de colores: las paredes, la mesilla de noche, la cortina, ese libro que no termino nunca de leer… Y tus ojos miel. Tu corazón late lento, mucho más despacio que el mío, que lleva algunos días desbocado. Si me quedo quieto lo puedo oír. Cuento cada sacudida confirmando que sigues vivo. Anido en tu cuello unos segundos hasta que ese tibio rayo de sol que entra por la esquina me termina de develar. A tu lado me cuesta conciliar el sueño. Quizá sea el calor de este invierno sin nubes. O los ruidos de la noche que me azuzan el espíritu. Es la hora de levantarse, parece que definitivamente comienza el día y ante esa certeza vuelves a sonreír sin decir nada…
'Estoy enamorado', de Donato y Estéfano
2 comentarios:
Magnífica entrada, me encanta como describes esa situación, la sonrisa...excelente. Te estoy pillando un poco de envidia,eh? xD Nah,coña. Continúa así.
Me has hecho sonreír. Muchas gracias Alex jejeje Intentaré seguir así... un abrazo fuerte
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