martes, 5 de marzo de 2013
En camilla
El temporal amaina
y es tiempo de hacer balance de los destrozos. Mi corazón devastado intenta
salvarse, pero está demasiado débil. Las próximas horas serán cruciales, dicen
los médicos que si rebaso la noche quizá pueda sobrevivir. No las tengo todas
conmigo. Me refugio en los buenos recuerdos, en tus ojos siempre alegres y en
tus dedos regordetes acariciándome el hombro izquierdo. Los elementos se han
confabulado contra mí. Te fuiste y comenzó a soplar el viento frío y la lluvia
arrastró lo poco bonito que quedaba. En algunos rincones nevó congelando las
alegrías. Me agarraba para que la pesadumbre no me llevase y casi lo consigo. Ahora
estoy en una camilla gélida y escucho a los pacientes de al lado riendo porque
se saben salvados, pero no les puedo acompañar en la buenaventura. Yo no. Sigo en
mitad de mi calvario: tu ausencia.
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