viernes, 6 de abril de 2018

El sol de todos los días...


Desde pequeño aprendió la lección. Siempre supo lo que tenía que hacer. Se imaginó lo que querían de él y simplemente cumplió con el guión dictado. Era fácil, independientemente de lo que bullera en su estómago. Algunas noches le costaba conciliar el sueño, entre lágrimas abrazaba su almohada huyendo de todo y de todos. Le costaba, pero el cansancio le vencía. Se veía en otros mundos donde todo el mundo sonreía, donde le aplaudían, donde le reconocían. Pero su sol, el de todos los días, era distinto, allí no había desayunos amables, ni aulas cálidas. Tampoco caricias. Solo agonía. Aprendió a callar, a resignarse, siempre buscando una voz amiga. Y sin embargo seguía soñando. Eso era lo peor, saber que todo podría ser diferente, mejor. Era eso lo único que lo mataba por dentro, le carcomía las entrañas, lo despedazaba sin contemplaciones... Y así era muy difícil vivir. Demasiado. Siempre metido en una jaula, atrapado sin salir, pero viendo lo que había más allá, lo que vivían los otros, los buenos, los felices. Qué fácil hubiera sido todo si en su libro hubieran escrito otras cosas, si le hubieran dictado otros párrafos de vida… Pero ya era demasiado tarde...




El amor, de Massiel.

Pd. Hay canciones que da igual lo que digan, que da igual que no las entiendan del todo porque te pillan desde dentro y no te dejan respirar...

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