Mirando hacia atrás se dio cuenta de que cada sufrimiento se había ido diluyendo con el paso de los días, que de las heridas sólo quedaban las cicatrices. Tuvo que admitir que los buenos al final terminaron no siéndolo tanto y que, por la misma razón, se podía redimir a los malvados. Unos y otros, sólo eran humanos, gente que se equivoca, que intenta cada día hacer las cosas un poco mejor… Incluso él, reconocía algunos errores, que había ocasionado dolores y procuraba que la falta de intención fuese suficiente para salvar su alma. Ahora le tocaba esperar al día del juicio final.
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