Eran las ocho menos diez de la mañana y como cada día esperaba a que apareciese por cualquier esquina. Miraba a su izquierda y a su derecha con disimulada avidez, se cobijaba del frío y rezaba para que no comenzase a llover. Hoy hacía sol y vio al hippy de chanclas y coleta, al señor de los periódicos y a Maricarmen, que iba al médico. La guagua pasó a su hora y la calle comenzó a llenarse de gente que iba a cualquier parte. A las en punto tuvo que irse sin que él diese señales de vida. Mañana tendrá que repetir el ritual…
No hay comentarios:
Publicar un comentario