Escuchó una sirena a lo lejos, que se aproximaba poco a poco. Notó algo húmedo que le corría por la cara, se tocó y al mirarse los dedos se le tiñeron de rojo. Estaba un poco mareado, quizá porque el corazón le dolía en exceso. A veces pasa eso cuando se te rompe. Cerró un instante los ojos y se preguntó por qué extraña razón si había seguido todos los pasos, si había ejecutado todas las instrucciones, si había hecho caso por qué no había salido bien…
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