No
sé muy bien qué día es hoy, sólo que el cansancio cada vez es mayor. A veces
todos los esfuerzos no bastan para alcanzar una recompensa. Da igual lo que
hagas, te cansas, lo das todo, pero no es suficiente: ya no me miras, ni siquiera
desde lejos. Simplemente no estás. Las calles han dejado de oler a ti, también
los bancos del parque. No hay rastro de ti, ni de tus cosas; te has ido y no sé
si volverás. Y a nadie le importa, solo a mí. Por eso ya no cuento los días, ni
las horas. Solo espero a que el tiempo amaine…
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