Momó
nació un seis de diciembre. Hacía calor, pero también había algunas nubes. No recordaba
cómo era antes, pero no era alguien alegre: Se había olvidado de sonreír. Quizá
fue aquella primera discusión donde le zarandeaban o la temprana visita de la
muerte. Después vinieron los años de silencio, el encierro, la lejanía y el
viaje al interior. Tardó años en construirse su caparazón, allí dentro estaba
libre de todo mal. Cuando podía se imaginaba un mundo nuevo, pequeño y donde la
gente iba y venía. No había superhéroes. Sólo personas que a pesar de los
pesares se querían. Momó se había olvidado de demasiadas cosas, incluso había
días en los que lloraba pensando que jamás podría amar. No le gustaba o no
sabía cómo abrazar o acariciar. Se sentía infinitamente extraño cuando le
tocaba tocar. A veces añoraba todo eso que nunca tuvo y luchaba contra sí mismo
porque le gustaría recobrar su infancia. Tal vez jugar a la pelota o a los
exploradores. Dejar de tener las manos atadas y poder extender las alas para
volar…
'Macumba', de Verónica Castro
2 comentarios:
hola!
ayer fue el día del niño aqui en Uruguay y hoy hice un post que en algo se relaciona con lo que escribiste.
Te invito a que lo veas, aunque sea por esta vez
http://puentesdero.blogspot.com/2012/08/pais-de-las-maravillas.html
saludos
Me pasaré, gracias Romina por estar por aquí. Espero que tengas un buen día. ;)
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