A veces las flores del camino no son suficientes para arrancarme una
sonrisa. Quizá haya escrito demasiadas palabras y ahora sólo me apetezca que
haya alguien a quien le dé por leerlas. Aunque sea un ínfimo rato. Todos hablan
y hablan, pero el sol sigue ahí, en el cielo, solo y sin tener a nadie que le
escuche. Y creo que es tiempo de decir qué es lo que necesito, que en ocasiones
siento cómo se me atascan las palabras y, triste, no puedo hallar la forma de
volver a respirar. El silencio me apaga poco a poco y temo que sea algo
irremediable. Grandes o pequeñas, también tengo penas que me desasosiegan, que
me impiden navegar en calma, aunque no las saque al aire. Todo volverá a su
cauce y las flores del camino lograrán que vuelva a haber abejas en el campo y
que su miel decore algún bonito escaparate de la ciudad. Será ese buen momento
para volver a dormir, para descansar al fin…
1 comentario:
Se me pasó por alto este post..!
Que aire a Lisandro Aristimuño que tiene
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