La
mesa del salón esta atestada de cosas, apuntes, una lámpara, lápices de
colores, un par de rosas secas y una botella de agua por la mitad. Se preguntó
cuándo recogería tanto desorden, pero estaba agotado. Sin fuerzas para seguir. Por
eso, quizá, se pasaba las horas muertas mirando por el balcón. Fuera, poca
novedad: coches y ruido. También contaminación y deposiciones de perro. Así estaba
la vida aquel miércoles de enero.
Travel, de Bastian Iglesias.
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