El horario de verano no sirve de nada si los días son oscuros, llueve o hace viento. Las horas de luz se desvanecen y nadie puede solucionarlo. Cuando eso sucede, las alegrías duran poco, justo al contrario que las penas, que se alargan una inmensidad. Siempre que pasa eso, me acuerdo de él y de todo lo que no pudo ser. Se ha quedado guardado en mi memoria como un bonito recuerdo, limado por el paso del tiempo. La verdad es distinta, pero cuando la tristeza ha ganado la partida todo se nubla. Todo lo pasado parece mejor, aunque no lo sea. Por eso logras pervivir; te has mantenido ahí, lejos, en un pedestal tan irreal como las salamandras asesinas o los garbanzos de cristal. Y me resisto a volver a la verdad, solo lo haré cuando las flores del balcón vuelvan a florecer.
My kind of woman, de Mac DeMarco.
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