Pasos de cero, de Pablo Alborán.
Ojalá tuviera un plan. Ojalá supiese qué diablos hacer ahora. Ojalá,
pero me temo que se me han acabado las ideas. No sé para dónde tirar. Creo que
se me han agotado las ocurrencias. He intentado todas las opciones y, sin
embargo, no he conseguido nada: solo fracaso tras fracaso. Y aquí sigo, tirado
en mi cama, abrumado por el día a día, por los monstruos de la vida y, cómo no,
por la escasez de aire puro. Ojalá la vida te enseñase a vivir, a salir del
atolladero, a respirar por los resquicios. Ojalá llegue de una vez la tormenta
que arrastre lo malo y nos deje a los dos bailando canciones bonitas. Sería el
tiempo de los besos, de las caricias y también de las alegrías. Ese tiempo debe llegar;
debe estar por ahí extraviado, esperando ser alcanzado. Ya nos toca...
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