Ellos solo eran un lastre (II)
A las semanas una plataforma de ciudadanos
comprometidos giraba a su alrededor. No impidió el desahucio de su amigo Íñigo, pero
logró que no se quedase en la calle. Desde aquel momento María del Carmen o
Cacarmen como la llamaban sus nuevos amigos dejó de ser clase media para
convertirse en pobre. Comprendió del estigma que suponía no tener dinero, algo
que hasta entonces nunca había notado. Sin empleo, ni siquiera podías abrir una
cuenta en un banco, requisito imprescindible para recibir cualquier ayuda o
subsidio. Los desempleados dejaron de ser personas, solo eran lastre. Se envenenaba
de rabia cada vez que oía hablar de pobreza infantil, como si esos niños no
tuvieran padres y madres también pobres y sin nada de comer en la nevera. Como todos
los de su generación leyó a Stéphane Hessel y creyó en que los de abajo podían
asaltar los cielos. Eran más y sobretodo, mejores. Algunas noches no podía
reprimir las lágrimas, la vida le dolía tanto... Quizá demasiado. Las horas
pasaban demasiado lentas y cada pequeña victoria siempre se teñía de amargura…
Pd. Aquí va la segunda entrega de esta historia. El próximo domingo más...
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