Hasta en la miseria más absoluta se pueden encontrar cosas admirables o simplemente dignas de ver. Y eso es lo que nos ha pasado, que hemos vuelto a los tiempos de aquel color gastado del VHS. Hemos retrocedido treinta años y la gente ha vuelto a olvidar como se habla bien, como se viste decentemente y todo huele a pobreza. Y no nos queda otra que intentar ver las cosas bonitas. En estos años de mentiras hemos aprendido que con una sonrisa todo puede ser posible, que debemos ser positivos, tener actitud, aunque tengamos el agua hasta el cuello, aunque lo hayamos perdido todo. Y luego también está esa soga de lo políticamente correcto con la que cada día nos ahorcamos un poco más. Pero el sistema es sabio y para que no nos rebelemos al mismo tiempo nos coloca «outsiders» que confirman la teoría de que todo se puede, que no somos esclavos. Son las excusas para que todo siga igual. Y en este tiempo del VHS vuelve a haber colas en los salones de cáritas buscando comida, gente que no puede comprar medicinas o que no puede estudiar. La gente también es un poco más fea que hace quince años. Todo huele ha guardado, a rancio…
Way down we go, de Kaleo.
Pd. Hay músicas que a veces están agazapadas hasta que nos asaltan. Esta lo ha hecho desde Islandia...
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