El mal tiempo pasó. Eme se levantó como si todos aquellos momentos
malvados de las últimas semanas se hubieran evaporado para siempre, quiso ser
libre. Salió al balcón y respiró aquel extraño aire a felicidad. Después comenzó
a saludar a todos, levantando la mano tímida, como si fuera la lideresa de un
país tropical. Se puso la minifalda roja y las bailarinas azul celeste y salió a la calle. Pasó
por la frutería a por fresas y mandarinas de temporada, después voló al centro
médico a recoger sus aspirinas de espantar los males traviesos y acabó tomando
tostadas en una terraza de verano, no le importó que fuese cinco de febrero. Dejó
a un lado sus gafas de sol carey y con sus ojos al descubierto miró todo cuanto
sucedía delante de su fortín de camarones y cerveza. ¿Quién la hubiera creído
hace una temporada si entonces hubiera asegurado que algún día alcanzaría a ser
tan feliz? La hubieran tachado de loca, pero loca de remate, ahora veía saltar de
flor en flor a las mariposas y bailar samba a los gatos negros de la calle.
Pagó sus deudas y de camino a casa se encontró con Matilde, que le recitó un
poema de caracoles, y también con Francis, que le lanzó un beso volado desde
su camión de reparto. Sí, no cabe duda, el mal tiempo pasó...
2 comentarios:
¡Qué alegria! Se respiraba la felicidad. Me alegro que haya pasado el mal tiempo. Besos.
Después de la tempestad llega afortunadamente la calma... Un abrazo Lola ;)
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