María Soledad se dedicaba desde pequeña a hacer feliz a los infelices,
a los que no tenían calma ni sosiego. Siempre tuvo la certeza de que estaba en
el mundo gracias a su alma contemplativa, que lograba apaciguar el desánimo de
las almas con las que se encontraba y vivían sin esperanza. Ponía todo su
empeño en contentar a los que la rodeaban y también a los que sin ánimo para
continuar vivos le pedían una mano para bien morir. Para todos tenía palabras
de aliento, lástima que el día que se le pasó por la cabeza volarse la cabeza
de un tiro ninguno de sus salvados tuviese un segundo para ella...
5 comentarios:
Un relato humeante
bastante bueno lo tuyo...
La imagen (acuerla?) me encanta, y se huele desde aquí la pólvora de la soledad, que la reciprocidad está... "sobrevalorada" :(
Un abrazo
Bastante duro el relato. Pero refleja la cruda realidad. No obstante, creo que lo esencial es no esperar nada a cambio. La felicidad empieza y ababa en ti. Es una decisión.
Me ha gustado!
Muchas gracias a todos por vuestros 'destellos', indispensables para poder continuar. Muchas gracias por el humo y también por esa particular forma de decir "bastante bueno lo tuyo". También muchas gracias por hacer vuestra la soledad que sobrevuela y por decidir que la felicidad empieza en nosotros. Con ustedes continúo... ;)
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