Y al final era todo
una maldita mentira. No decías la verdad cuando gritabas que lo único que te
importaba era mi felicidad. Tampoco eras sincero cuando acusabas a los del
edificio de enfrente de maquillar las cosas porque tú sí eras limpio y puro. Todos
estaban contra ti, mi pobre niño rico. Me creí todos tus discursos acerca del
amor, la soledad y la pobreza energética. Ibas a construirme un mundo mejor y
no quedó nada de eso. Ibas de guay, de comprometido, pero lo único que querías
era un amor efímero, pero sobre todo que los focos de la tele sólo te iluminasen
a ti. Progre hasta la muerte, llorabas en mi regazo dolido por las injusticias
del mundo. Y ahora todo se ha vuelto del revés. ¡Qué pronto te quitaste las
mochilas de lo mundano! Al final te mudaste sin rubor para luchar junto a los
del edificio de enfrente excusándote en que la calle está muy fría a estas
alturas de febrero. De salvador de la patria, de la chica, de la mía, has
pasado a buen comensal y, por qué no, a contar que el mundo está lleno de
estrellas rutilantes cuando sólo quedan aquellas tristes luces de navidad que
compraste para mí en el chino de la calle Salamanca. Así que al final todo era
una maldita mentira y no sé qué es peor: que no hayas contado ninguna verdad o
que yo me las quisiera creer porque pensaba que era posible que todo fuera
diferente, mejor. Y me acuerdo de cuando luchabas por los pobres y en contra de
los ricos simplemente porque afirmabas que siempre había que estar del lado de
los débiles, de los que siempre pierden. Dar voz a los sin voz. ¿Y ahora? Ahora
sigo con la cara llena de aquella escarcha dorada de promesas en un mundo bueno
mientras tú sientas cátedra sentado en un sofá de escay azul desayunando
tostadas con manteca colorada.
'Billie Jean', de The Civil Wars
2 comentarios:
El mundo está lleno de Robin Hoods hipócritas que cambian de bando como de camisa, de poco puede finarse uno (o una) hoy en día. Me gusta cómo lo cuentas, el rencor que acuñan sus palabras y su expresión, y cómo no iba a hacerlo, las promesas que se desprometen y la hipocresía duelen mucho.
Un abrazo enorme, letrista.
Muchas gracias, Patricia por tu comentario. Coincido contigo en que hay demasiados falsos Robin Hoods en estos tiempos, pero creo que gracias a esto hemos entre todos desarrollado herramientas para que no nos tomen el pelo... Un abrazo ;)
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