Víctor suspira con cara de cansancio. Está acostumbrado, los sectores
más extremistas de la izquierda le tildan de reaccionario y los reaccionarios
del régimen caciquil en que viven le toman por un radical. Eso quiere decir que
está en el punto correcto, quiere cambiar la sociedad en la que vive, sí, sabe
que es necesario que aquello termine: que unos pocos vivan como reyes a costa de
unos muchos es algo injusto que debe ser abolido pero tiene que hacerse poco a
poco. De no ser así, el ejército, la banca, la Iglesia y los grandes
terratenientes darían un golpe de mano si se vieran profundamente amenazados
que daría al traste con cualquier avance conseguido.
La última noche de Víctor Ros, Jerónimo Tristante
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