De regreso. Abro la puerta y me tropiezo con una casa vacía, llena de
polvo. El calor del verano aún está presente, la luz se cuela por las rendijas
de las ventanas y la cisterna del wáter está seca. Dejo la maleta en un rincón,
me da por mirar la nevera vacía y me quedo con las plantas que me esperaban
sedientas. No sé por dónde empezar, no sé que toca ahora ni que debo hacer. Es un
nuevo principio o no. ¿Quién sabe? ¿Qué pasará ahora? El sonido del portero me
devuelve a la realidad y ojeo la despensa en busca de algo de comer, pero al
rato y sin éxito ceso en mi empeño. Sí, no hay duda, estoy de regreso…