jueves, 30 de agosto de 2007

Comunicado oficial

A pesar de La decisión y las rotondas de caramelo a las 13.50 horas he cambiado de decisión y que sea lo que Dios quiera...

Pdt. Gracias

La decisión y las rotondas de caramelo

Las cosas que se hacen desde el corazón nunca están mal, me dijeron una vez mientras el sol brillaba de una forma extraordinaria. Tal vez sea mentira, aunque yo lo crea firmemente. Por eso hoy es un nuevo día, lleno de luz, aunque haya nubes. El aire entra tímido y divertido por mi ventana, al igual que lo hace el tonto murmullo de la calle. Los últimos días no han sido fáciles, pero al final mi corazón está tranquilo. Ha tomado una decisión y eso siempre está bien, aunque para muchos no haya sido la correcta. Mi piel ha rejuvenecido, mi estómago sigue algo inquieto y mis gemelos amenazan tormenta.
Mañana viernes todo habrá acabado. Regresaré al principio, al anonimato. Tal vez descenderé a los infiernos, pero estaré en calma porque es un lugar que no me es ajeno. El otro, ese sitio lleno de posibilidades de humo puede esperar. Nunca se sabe la de vueltas que puede dar la vida. Lo que no es bueno hoy, puede serlo mañana...
Ahora sólo pienso en recuperar las riendas. Detenerme para poder continuar sin descanso. Meditar qué hacer y qué sentir para poder emprender el camino otra vez. Un sendero, el mío, lleno de árboles, flores y rotondas de caramelo.

lunes, 27 de agosto de 2007

Interrogantes

¿Qué hacer? ¿Qué pensar? ¿Qué soñar?
Tu silencio no me extraña, me apena. Simplemente eso. Igual que lo hacen las olas del mar al atardecer, cuando del azul pasan a un gris tonto y sin sustancia. Cuanto daría por estar en otro lugar, dónde el aire corra suave y el sol de tus ojos acaricie mis tímidos hombros. Un sitio en el que ser. Sin miedos, ni lágrimas de colores.
Ahora me duele un poco la cabeza porque no sé hacia dónde caminar. Estoy sentado en una silla negra. Rodeado de luces y sin ventanas a la vista. La gente escribe a mi alrededor, pero yo permanezco en silencio. Sin hacer nada. A la espera. Estoy así desde que sé que no estás más junto a mí. ¿Qué será de ti? ¿Qué habrás hecho? ¿Con quién soñarás? ¿Qué lugar habrás reservado para mí?
Al final, las preguntas se amontonan en mi pequeña mochila verde. Esa que anoche mientras dormía dejé junto a la cama y que amaneció aprisionada por mis sábanas fucsia.

sábado, 25 de agosto de 2007

Intranquilo

Hoy tampoco puedo pensar. Me he quedado suspendido en el aire. Como si nada ni nadie importase. Todo da igual ahora. Nada sirve porque está roto.
Mi cara está preocupada y mi alma está en vilo. Soy intranquilo y ahora, más que nunca, lo estoy.
Sé que estás lejos. A una hora en coche. También sé que no te veré ni hoy, ni mañana. Pasarán muchos días hasta que pueda verte. Durante todas esas horas de ausencia intentaré reunir fuerzas. No será algo sencillo. Sé que no podré mirarte a los ojos sin que atisbes mi tristeza. Te darás cuenta de que no soy feliz y no quiero. No debo estar triste, pero aún estoy dolorido. A ello se une que no sé qué debo hacer y que también desconozco cual es el lugar que quieres que ocupe en tu mundo.
Llámame, me repetías una y otra vez, y no esperaste a que lo hiciera. Fuiste tú quien lo hizo y yo respondí sin miedo, pero aturdido de tanto dolor. También lo hice satisfecho por el hecho de saber que aún sigues ahí, junto a mi. No podré dejar de estar cerca de ti, aunque quisiese porque al final lo único que me importa es verte sonreir.

jueves, 23 de agosto de 2007

Flan de huevo

-¿A qué sabe el dolor? A flan de huevo barato.
Se oye un quejido. Es profundo. Creo que viene del otro lado de la puerta. Después, un llanto inconsolable. Así un buen rato. Tal vez excesivamente largo. Las horas pasan y continúa llorando. Más tarde, casi al final, me doy cuenta de que esos sonidos tristes no vienen de fuera, sino que emanan de dentro porque soy yo el que llora. No pude soportar ese dolor tan fuerte. Por eso preferí pensar que era otro quien sufría. Sus palabras me abofetearon suavemente, pero lo hicieron. Sé que no quiso hacerme daño, pero... me lo hizo.
-A partir de ahora todo lo que viene es bueno.
No es la primera vez que lloro por ti y posiblemente tampoco la última. Mientras me contabas que en tu puzzle mágico, aquel que yo te había regalado hace unos días, no había sitio para mí, mi corazón dejó de latir. Seguías hablando y hablando, pero yo ya no te oía. No escuchaba nada, sólo intentaba tragar -siempre trago- y que no notaras en mi voz que lloraba por ti. También quería colgar el teléfono para poder velar mis entrañas muertas.
-Que seas feliz es para mí lo único que importa.
Me pediste que mañana te llamara. Lo haré. No sé cuando, ni como. Aunque juntar todos lo cachos de mi corazón para que no te des cuenta de que está profundamente roto no será nada fácil. Lo intentaré, pero te aviso de que mis dedos ahora saben a flan de huevo barato. De ese que se compra en el super y que nadie quiere. No hay dinero para otro más sofisticado, dicen y acepto.
-Te quiero.
Mañana será otro día. Tendrá otros colores, otros sabores. Viajaré lejos y regresaré. Será complicado saber que no estarás cerca. Ni siquiera existe la posibilidad, por pequeña que sea, de verte. Sólo me queda soñarte. Recordar tu leve sonrisa. Tu brazo y tu tobillo. Cada una de las partes que conforman tu cuerpo. Al mismo tiempo, procuraré seguir caminando. El sendero es sinuoso. Con trechos alegres y otros tristes. Todo da vueltas, pero te quiero.

La sole

Ningún mensaje de texto en mi teléfono móvil. Nadie esperándome en el aeropuerto. Ni en la guagua de regreso. Tampoco hay nadie en casa... Sólo se escucha a Jennifer Lopez cantando eso de confundiste tanto amor que te entregaba, con un permiso para asi romperme el alma... Al final, estoy una vez más solo.

sábado, 11 de agosto de 2007

Ida y vuelta


El sol está aquí. Junto a mí. Calienta mi piel. No importa que no digas nada, aún escucho tu voz a mi lado. Preparo mi marcha, pero sé que pronto regresaré a tu vera. Será cuestión de días y espero que para entonces estés más tranquilo, más feliz. Que tu piel siga siendo tostada y que tus pantalones beige sigan escondiendo a medias tus tobillos.

viernes, 10 de agosto de 2007

En construcción


El aire vuelve por sus fueros. Cuando parecía que irremediablemente había dejado de soplar, allí estaba. En mitad de una calle, cuando menos lo esperaba. Tímido, suave y ligero. Mi piel tembló al contacto con esa mínima brisa que hizo volver a latir mi corazón, ahora en reconstrucción.
Mis pestañas lo percibieron y mi estómago se alteró. Después llegó él. Pasó rápido, como una estrella fugaz, pero al girar la esquina se detuvo en seco y giró sobre si mismo para regresar a mi lado.
Sin excusas, ni explicaciones. Como si nada hubiera pasado y sin compromisos de futuro. Libre como el viento. Las palmeras se movían imperceptiblemente y el tiempo voló. Después la noche se asentó y fui yo quien tuvo que alejarse sin mirarle a los ojos, pero sabiendo que todo volvía a ser como al principio.

jueves, 9 de agosto de 2007

La lista de la compra

Anoche mientras soñaba comencé a hacer una lista. Una de esas parecidas a las de la compra, aunque en lugar de anotar con papel y lápiz leche, azúcar, jamón,... he escrito todas aquellas cosas que me gustaría decirte mientras estamos juntos. Todas esas que no quieres oír, pero que están volando a nuestro alrededor. También dibujé esas otras palabras que tardé más tiempo en susurrarte, que tú en olvidarlas.
El folio era blanco y mi letra oscura. La lista, al final, no era demasiado grande. Lo justo. Más que extensa, era importante. Y es que a veces me gustaría contarte que pronto iré a Burdeos, que me duele la rodilla derecha o que estoy bien de los triglicéridos, que no sé muy bien qué diablos son, pero que al parecer se encuentran magníficamente en mi interior.
Lo peor de todo es que si no anoto, tal vez, nunca pueda recordar todo lo que quiero contarte. Son ideas que pasan pronto y cuesta atraparlas con los dedos. Como tu olor. Quizá a ti también te suceda lo mismo, o no. Pues eso, que sigo con mi lista.

miércoles, 8 de agosto de 2007

Colores finitos

Tus pantalones son beige claro. Tu antebrazo es moreno. Tus ojos, canelos. Tu camiseta es azul marino con letras rojas y amarillas y mi dolor, infinito.

martes, 7 de agosto de 2007

Perro muerto

Gracias por llamar.
No sé para qué lo hiciste, pero supongo que te tengo que dar las gracias.
Felicidades, últimamente consigues que todo en mi mundo sea gris.
No sé cómo lo haces, pero lo haces.
Cosas de la vida, sospecho.
¿Cómo es posible que algo que, en principio, es positivo logre una desazón tan grande en mi estómago?
Esto no va y lo sabes...
¿Por qué insistes?
¿Por qué me haces esto? ¿Para qué?
Acaba de una vez con este perro muerto para que pueda llorarlo.

lunes, 6 de agosto de 2007

Canción de buenos días

Conchita canta una vez más...
Me miras y no sé, si acercarme.
Quisiera desnudar tu pensamiento,
y lograr entenderlo.
Y estoy a tres segundos de rozarme,
con tu mano.
Pero no debo, no puedo,
ni sé ya,lo que quiero.
Y te vas, y me muero y te pierdes,
Entre la gente,
Y aunque sigo ahí, mi mano,
Se ha ido contigo,
Y tira de ti pa que vuelvas.
Me miras, sonríes y no sé, si acercarme.
Quisiera que ya fuese mañana,
Y saber, si me besaste.
Y estoy a tres segundos de rozarme,
Con tus labios.
Pero no debo, no puedo, ni sé ya,
Lo que quiero.
Y te vas, y me muero y te pierdes,
Entre la gente,
Y aunque sigo ahí, mi mano,
Se ha ido contigo,
Y tira de ti pa que vuelvas...
***
Después no puedo dejar de pensar... Una vez más, te has vuelto a olvidar de mí. Y me pongo triste. Tal vez mañana sea otro día...

sábado, 4 de agosto de 2007

Escudriñando silencios

Hoy continúa tu silencio. Devastador, como siempre. Sin razón que pueda escudriñar. Sólo el recuerdo de tu voz ahora muda retumbando en mi cabeza. Sin explicaciones. Una y otra vez. Es un martillo incansable y rotundo que no tiene piedad alguna de los vivos, ni de los muertos. Podría haber excusa. Me gustaría inventarlas, pero necesito tu ayuda. Sin ti, nada es posible.
No puedo continuar mucho más tiempo en vilo. Y lo sabes. ¿Hasta dónde tensarás esta cuerda? ¿Hasta que se rompa? Recuerdo tu camiseta verde limón y una tenue sonrisa se me dibuja, pero estoy triste. No puedo evitarlo. Me gustaría que todo fuera distinto. Sé que no somos iguales, pero asumo. Siempre lo hago.
Tal vez sea miedo lo que siento ahora. El silencio me enfada a veces, pero siempre me asusta.
Los días pasan casi sin darme cuenta. Van rápido. Podría hacer el cálculo, creo que todo comenzó a finales de noviembre. No sé qué día exactamente, lo debo tener apuntado por alguna parte de mi memoria. Pero el gran día, sin lugar a dudas, fue el 31 de mayo. Hace 65 días. ¿Es demasiado tiempo?
Sé que me faltan algunas respuestas y también que quiero seguir esperándote. Aunque no me guste reconocer lo que siento. Aunque tenga miedo. Aunque a veces me enfade contigo sin decírtelo al oído. Aunque seas distinto a todos, a mí. A pesar de todo...

viernes, 3 de agosto de 2007

Mi veleta

El viento ha dejado de soplar. Sólo lo hace cuando tú quieres. No sé cuál será la razón esta vez de tu silencio. La brisa ya no me despierta, eso lo hace su ausencia. El aire es pesado. Tanto como el plomo. Nada se mueve y espero. Tal vez otro día, quizá mañana o la semana que viene. No quiero que de tanto que repites que soy yo quien olvida, quien pasa de largo, quien no, todo eso se convierta en verdad, en una dolorosa y vacía. Deseo que algún día vuelvas a querer que el viento sople para mí, que los molinos sigan girando y que mi veleta retorne a ese perpetuo movimiento que me hace seguir vivo.