lunes, 27 de agosto de 2007

Interrogantes

¿Qué hacer? ¿Qué pensar? ¿Qué soñar?
Tu silencio no me extraña, me apena. Simplemente eso. Igual que lo hacen las olas del mar al atardecer, cuando del azul pasan a un gris tonto y sin sustancia. Cuanto daría por estar en otro lugar, dónde el aire corra suave y el sol de tus ojos acaricie mis tímidos hombros. Un sitio en el que ser. Sin miedos, ni lágrimas de colores.
Ahora me duele un poco la cabeza porque no sé hacia dónde caminar. Estoy sentado en una silla negra. Rodeado de luces y sin ventanas a la vista. La gente escribe a mi alrededor, pero yo permanezco en silencio. Sin hacer nada. A la espera. Estoy así desde que sé que no estás más junto a mí. ¿Qué será de ti? ¿Qué habrás hecho? ¿Con quién soñarás? ¿Qué lugar habrás reservado para mí?
Al final, las preguntas se amontonan en mi pequeña mochila verde. Esa que anoche mientras dormía dejé junto a la cama y que amaneció aprisionada por mis sábanas fucsia.

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