Hoy continúa tu silencio. Devastador, como siempre. Sin razón que pueda escudriñar. Sólo el recuerdo de tu voz ahora muda retumbando en mi cabeza. Sin explicaciones. Una y otra vez. Es un martillo incansable y rotundo que no tiene piedad alguna de los vivos, ni de los muertos. Podría haber excusa. Me gustaría inventarlas, pero necesito tu ayuda. Sin ti, nada es posible.
No puedo continuar mucho más tiempo en vilo. Y lo sabes. ¿Hasta dónde tensarás esta cuerda? ¿Hasta que se rompa? Recuerdo tu camiseta verde limón y una tenue sonrisa se me dibuja, pero estoy triste. No puedo evitarlo. Me gustaría que todo fuera distinto. Sé que no somos iguales, pero asumo. Siempre lo hago.
Tal vez sea miedo lo que siento ahora. El silencio me enfada a veces, pero siempre me asusta.
Los días pasan casi sin darme cuenta. Van rápido. Podría hacer el cálculo, creo que todo comenzó a finales de noviembre. No sé qué día exactamente, lo debo tener apuntado por alguna parte de mi memoria. Pero el gran día, sin lugar a dudas, fue el 31 de mayo. Hace 65 días. ¿Es demasiado tiempo?
Sé que me faltan algunas respuestas y también que quiero seguir esperándote. Aunque no me guste reconocer lo que siento. Aunque tenga miedo. Aunque a veces me enfade contigo sin decírtelo al oído. Aunque seas distinto a todos, a mí. A pesar de todo...
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