viernes, 3 de agosto de 2007

Mi veleta

El viento ha dejado de soplar. Sólo lo hace cuando tú quieres. No sé cuál será la razón esta vez de tu silencio. La brisa ya no me despierta, eso lo hace su ausencia. El aire es pesado. Tanto como el plomo. Nada se mueve y espero. Tal vez otro día, quizá mañana o la semana que viene. No quiero que de tanto que repites que soy yo quien olvida, quien pasa de largo, quien no, todo eso se convierta en verdad, en una dolorosa y vacía. Deseo que algún día vuelvas a querer que el viento sople para mí, que los molinos sigan girando y que mi veleta retorne a ese perpetuo movimiento que me hace seguir vivo.

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