miércoles, 30 de julio de 2014

La camiseta

Acto seguido rompió su camiseta y la lanzó con rabia a la basura. No la aguantaba más. Hay cosas que sin proponérselo nos aprisionan y no nos dejan respirar. Ahora sentía de nuevo que el sol calentaba su piel y no quería ni podía permitirse el lujo de dejar pasar la ocasión de volver a estar vivo. Todos se habían puesto de acuerdo para decirle que no desfalleciera, que hay que seguir caminando. Todos se lo repetían. Al principio les miraba con recelo, pero eran demasiados para que no tuviesen razón. Sólo hay que perseverar y no se admitió ningún pensamiento oscuro. Descubrió que podía respirar sin problema alguno, que desprenderse de aquella camiseta no había sido una locura. Quizá no debió rasgarla, pero así es la vida. No siempre podemos dar marcha atrás. Pero ahora sí tenía claro que siempre se gana cuando nos hacemos con el futuro.

domingo, 27 de julio de 2014

El vagón naranja de la extraña serpiente

Al día siguiente soñó que viajaba dentro del vagón naranja de una extraña serpiente multicolor. Aquel destartalado tren andaba a trompicones, pero llegó a destino. Allí se percató que durante la travesía había cambiado de piel. De ser una culebra cansada y desgastada había pasado a convertirse en un animal nuevo, evolucionado y limpio de mácula.

'The other shoe', de The Mastersons 

viernes, 25 de julio de 2014

Quebrado

Una vez más parecía que el tiempo se había vuelto loco, en pleno invierno el bochorno asaltaba todas las diligencias del camino y ahora, que tocaba el tiempo de calor, la niebla y el frío no se decidían a marcharse. Los más sofisticados aludían al cambio climático, los menos al fin del mundo. Lo cierto es que tanto unos como otros no paraban de hablar un día tras otro de lo mismo. Y mientras esto sucedía, Tareq sólo pensaba en sus ojos, en su vida. Había dedicado todo su tiempo al futuro, a conformar una familia, a ser una buena persona y no podía engañarse: no lo había conseguido. No tenía nada. Todo se le había quebrado justo el día en que Ada comenzó a decirle que no le quería. Las noticias hablaban de que algunos aviones no habían podido despegar aquella triste mañana de julio. Recordó las travesías en barco, las carreteras llenas de curvas y también los besos robados. Lo retenía todo en su memoria, ya hiciese viento o calima. Desgastado por el paso de los días, quería decirse que bastaba ya, pero la tristeza alcanzaba cotas insospechadas. Sentía su corazón roto palpitando a duras penas en su pecho. Había querido tanto que, sin Aya, no le salía a cuenta seguir vivo. Tal vez él -al igual que el tiempo- también se había vuelto loco. Tal vez.

domingo, 20 de julio de 2014

Dispara


Le veía con los ojos parpadeando ante el repentino resplandor, desorientado en medio de lo desconocido. Imaginaba que en un gesto de respeto a los demás y a sí mismo se sacudiría el polvo del traje arrugado y maloliente después de tan largo viaje...

"Dispara, yo ya estoy muerto", Julia Navarro

martes, 15 de julio de 2014

Nómadas

No hay canciones en la radio que hablen de lo que soñamos.
No hay futuro, ya ha pasado, el presente no se ve.
Nunca vamos a volver.
La distancia nos acerca.


Pdt. Con la letra y la música de La M.O.D.A. celebramos que hemos alcanzado los 200 'seguidores'. Nos hacemos mayores. Muchas gracias a todos.

viernes, 11 de julio de 2014

Lilibeth, Lilí e Í

Siempre quiso llamarse Lilibeth, desde pequeño. Nunca supo muy bien la razón, pero desde que recordaba vivió con aquel extraño anhelo. Por eso, cuando le preguntaban cómo se llamaba decía alto y claro: Lilí. Y aquella última i con tilde se quedaba en el aire envuelta en una nebulosa sonriente. Algunos le miraban extrañados, otros disimulaban y los menos le pedían un té caliente.

martes, 8 de julio de 2014

La bici ya no va

Hay días en los que te levantas con un pellizco en el ombligo, como si todo hubiera cambiado a peor, aunque no se haya movido ni una hoja del laurel de la esquina. No sé, quizá debe ser el inicio del verano o el final de las vacaciones. Y la bici ya no va. Sigue igual de bonita que siempre, pero a nadie le apetece montarla. Sigue a la espera. Las cosas se ponen viejas y nadie hace nada por remediarlo. Hasta yo, ya no soy el mismo... Los días no pasan en balde y el cansancio se me acumula en los párpados y el desánimo a veces me nubla la vista. ¿Qué pasará mañana? Las pesadillas han vuelto, igual que en aquel tiempo en que mi sicóloga me había desahuciado. Mi reloj no anda de noche y todas las paredes se me caen arriba. La bici ya no va y, sí, tengo miedo...

'Haciendo eses', de Jero Romero