martes, 28 de junio de 2016

El sonido del viento que no descansa

No sé si ya te lo habré dicho alguna vez, pero me angustia el sonido del viento cuando tropieza con los árboles. Ese silbido me atormenta desde siempre. No sé muy bien por qué. Traspasa sin contemplaciones todo lo que se le antepone y ruge. Mientras, rezo para estar a salvo. Algunas ramas secas caen a la calzada y con ellas mi esperanza de que todo acabe pronto. Las hojas secas se amontonan en las esquinas de las calles y el viento sigue ahí, cual ciclón sin descanso.

Soldier, de Clover.

domingo, 26 de junio de 2016

El reloj de la cocina


El reloj marcaba las once y veinticinco y el sol había comenzado a cascar fuerte. Los malditos gusanos seguían devorando mis geranios y se me terminan las ganas de seguir luchando contra ellos, contra todos. El reloj marcaba las once, casi y media, y no sabía muy bien qué hacer. Por la tele seguían echando reportajes sobre el asesinato de una mujer. Sus hijos la habían dejado morir de hambre. La policía había encontrado su minúsculo cuerpo tumbado en un pajero lleno de miseria. En los mismos Servicios Sociales donde no constaba absolutamente nada de aquella mujer septuagenaria, cada día se agolpaba la gente buscando una limosna. El encargado de seguridad, hombre de ley y porra suelta, lograba domar a la masa enfurecida. El reloj de la cocina marcaba las once y veinticinco y a María del Carmen su médico le había repetido la medicación: un antidepresivo de marca y un ansiolítico de los baratitos, no sea que las arcas de la sanidad pública se resientan. Su médico, el doctor Almena, un santo donde los haya, nunca le ponía pegas para recetarle lo que necesitaba. Nada más verla, hacía ya un par de años le diagnosticó la depresión y ahí sigue, en apenas cinco minutos supo lo que tenía. No necesitó más. Faltaban cinco para las once y media y Adriana había vuelto a faltar a clase. Había ido a unas seis clases de gimnasia en lo que llevábamos de curso. Su madre, indignada, no entendía la razón por la cual los profesores perseguían a la muchacha. Le tienen la baja cogida, se lamentaba al tiempo que los amenazaba con dejarles sin ruedas, ni coches. Los maestros miraban para otro lado, no querían ver el segundo embarazo de Adriana. Su madre, tampoco. Creo que el reloj no quiere avanzar más, continúa marcando las once y veinticinco. Eso, o se le han gastado las pilas...

viernes, 24 de junio de 2016

Besos prestados


Besos robados, besos prestados, besos regalados… Hay un millón de tipos de besos, cada uno con sus cosas, con sus mimos, con sus gracias. Unos cuestan más que otros, pero lo importante es que sean abundantes, que haya de sobra o, mejor dicho, que nunca falten porque los besos son imprescindibles para seguir respirando, dan vida. Cuando aprendes eso, la perspectiva de lo real cambia; suenan las guitarras y una trompeta a lo lejos, el sol de invierno se transforma en alegría y los niños juegan en la plaza, su murmullo también se oye sin descanso. Todo es mejor, más bonito. Algunos no lo ven, pero tu cabeza y tu piel no mienten...

Silver Timothy, de Damien Jurado.

Pdt. Este verano durará 93 días y 15 horas, y terminará el 22 de septiembre con el comienzo del otoño. Habrá que aprovecharlo.

martes, 21 de junio de 2016

Pobreza extrema



La calle es muy dura. Quizá demasiado. Esta mañana, mientras andaba rápido por aquello de las prisas de la vida, me tropecé con varios bancos ocupados, llenos de bolsas de basura y cartones de vino. Ahí estaban, en silencio. En ellos, gente esperando a que las horas pasen. Sin nada que hacer, solo aguardar a que abrieran el comedor social. Las noches son del albergue. Van cargados de bolsas, escondiéndose del sol y rezando para que no llueva en este extraño invierno que nos embauca a todos. Sus caras, llenas de surcos y tristeza, reflejan que las cosas no son sencillas para los que nada tienen. Algunos dicen que la crisis se está yendo, otros aseguran que los pobres siguen estando ahí, ayer, hoy y siempre. Pero casi nadie hace nada.

Casi me rindo, de Marilia.

Pdt. Hoy sin foto, aunque la pobreza extrema sí tiene rostro.

domingo, 19 de junio de 2016

La maresía

La luz brilla por fin. Incluso de las cosas más feas o tristes puede rescatarse algo bonito. No es sencillo, pero tal vez sea culpa del verano, del sol o del mar. Las olas se lo llevan todo, también la brisa de verano. La maresía está ahí carcomiéndolo absolutamente todo y sin embargo su sabor es profundamente sano... y es dicen por ahí que no hay mal que por bien no venga. Y me hoy quiero creerme todas las mentiras, aparentar que todo va bien, que la esperanza se impondrá más pronto que tarde. 

If I were sorry, de Frans

Pd. Quizá ande un poco distraído con las faltas de ortografía.

viernes, 17 de junio de 2016

La maleza

A veces toca limpiar la maleza para que la tierra pueda respirar y las buenas hierbas florecer. A veces toca exfoliar la piel muerta para dar paso a la nueva. A veces toca barrer levantando las alfombras para que nada malo aguarde a atacar cuando menos lo esperas. A veces toca empezar sin más demora y cuando eso ocurre solo debes hacer caso a tu instinto y avanzar. Puede que las señales sean contradictorias, pero hay que arriesgarse. Cuanta menos maleza haya, mejor para todos...


Pdt. ¿Cuando tocaba el verano?

martes, 14 de junio de 2016

El sendero estrecho

Es bastante jodido darte cuenta de que estás metido en una jaula, de oro, pero jaula al fin y al cabo. Todo podría ir sobre ruedas, pero al ponerse el sol eres consciente de que te falta el aire. Rezas porque todo suceda rápido, porque los días avancen resueltos, aunque ya no tengas ninguna esperanza en lo que está por venir. Solo permanecer así, sin sobresaltos. Uno va andando como bien puede y sin saber el modo comienza a estrecharse el sendero. Cuando quieres regresar, es demasiado tarde. Tampoco puedes salirte del redil. No hay más opciones.


Let the mystery be, de Iris De Ment

viernes, 10 de junio de 2016

La chica del tren



Pienso en lo que me dijo aquel profesor y en todas las cosas que he sido: niña, adolescente rebelde, fugitiva, puta, amante, mala madre, mala esposa. No estoy segura de que pueda reinventarme a mí misma como buena esposa, pero como buena madre he de intentarlo...

La chica del tren, de Paula Hawkins.

martes, 7 de junio de 2016

Los jueves pares

Algunos jueves son insufribles. Desde que te despiertas sabes que no van, lo intentas, pero no hay nada que hacer. Primero, algo va mal en el desayuno, luego pierdes el tranvía, llueve, no hay sitio en la biblioteca, ya no publican ese periódico que tanto te gusta y para rematar tu crema de verduras no se la comería ni Dinki, tu perrito faldero... Los jueves pares son muy complicados y más cuando el frío no termina de llegar. Qué ganas de coger la bufanda y los calcetines de lana, pero parece que los osos este invierno no quieren hibernar, viven en un eterno jueves de agosto.

Fuera de aquí, de Ondina.

viernes, 3 de junio de 2016

Las que esperas oír

Sin palabras. Hay días en los que no sé qué diablos decir. Me gustaría tener las palabras adecuadas, justo las que esperas oír. Pero, en ocasiones, las cosas no son como debieran ser. Hace demasiado tiempo que vivo bajo la certeza de que no acierto a dar en el clavo. Por eso y no por otra cosa, suelo guardar silencio. Me gustaría que mis palabras fueran las que debes oír, no decepcionarte, pero el cansancio me puede. Ojalá mañana vaya mejor...

Naturaleza muerta, de Mecano.