jueves, 26 de abril de 2012

Al descubierto

A veces no es fácil desabrocharse la camisa y dejar al descubierto la piel. Que puedas descubrir los vericuetos de mi pecho o las verdades que esconde mi ombligo. Hay ratos en los que es más sencillo que otros… Ojalá mañana quieras -a pesar de los inconvenientes- seguir conquistando mis rincones, son tuyos.

sábado, 21 de abril de 2012

Una nevera llena de maravillas

Tu boca lo puede todo. Un día apareciste y aparentemente todo continuó igual, pero no fue así. Calladamente fuiste cambiando los cimientos, después la estructura de mi hogar hasta que llegó un minuto en el que supe que yo había cambiado. Me daba por pensarte en los tiempos muertos de cada partido o cuando veía una peli de vaqueros en la tele. De una u otra forma siempre aparecías tú y eso, lejos de desazonar, me calmaba la piel. Ahora duermes y tus cambios de humor me parecen divertidos, igual que tus ocurrencias o tus miradas de pillo. Tu boca lo puede todo y me atrapa cada vez que me la acercas para arrancarme la piel de los labios. Son míos, me dices intenso, y entregado acepto porque mi dicha es igual a la de los hambrientos que arrodillados se sacian en una nevera llena de maravillas o a la de los ciclistas que suben y bajan montaña respirando aire puro entre frondosos bosques de laurisilva. Tu boca lo puede todo y por eso he querido conquistarla, tenerla entre mis dedos y retener hasta la eternidad en mi memoria todo lo que dice. En ese empeño estoy mientras duermes a mí lado…

jueves, 19 de abril de 2012

Comunicado oficial

El color azul tokio aparece en el cielo cuando asumes que no te quieren y que la vida no se detiene para llorar tu pena. Está cuando a pesar de tu tristeza sientes que debes seguir caminando y tus pasos continúan por una senda distinta a la de quien ya no te quiere. En estas líneas se resume el hilo argumental de Azul Tokio, un blog que este jueves celebra su quinto aniversario. En este tiempo ha habido 868 entrada y hemos recibido más de 27.500 visitas. Muchas gracias por vuestro ánimo y aliento.

viernes, 13 de abril de 2012

Han llegado para quedarse


El niño se asomó al balcón con los ojos llenos de magia, expectantes. Hoy sería el día, se dijo y comenzó a trepar por la barandilla para atisbar aquello que su estatura no le permitía mirar. Vio las nubes, la luna menguante y los coches sin sirena. Un hombre vendía cupones en la esquina y dos señoras buscaban desesperadas una cafetería donde tomarse un cortado en aquel barrio destartalado de la parte alta de la ciudad… Estuvo un buen rato hasta que las farolas comenzaron a encenderse y las manos se le enrojecieron de estar encaramado tanto tiempo en aquel cubículo estrecho. Cuando sus fuerzas flaquearon volvió al suelo, derrotado. Intentó mirar entre los barrotes del balcón, pero la panorámica se había reducido en exceso. Tocó retirada y de pronto un sonido le devolvió a la calle, allí estaban, como caídas del cielo. Los ojos se le salían de las órbitas, la sonrisa le invadió la cara y los cachetes se le sonrojaron una vez más. Eran ellas, sí, las buenas noticias, y habían llegado para quedarse.

domingo, 8 de abril de 2012

El enemigo

El mar les quedaba a la izquierda y las rocas siempre a la derecha. Seguían los pasos de otros que por allí habían caminado antes, sin sendero, pero con un destino claro. El capitán avanzaba decidido y el grumete trataba de no perder su rastro. La batalla estaba siendo más complicada de lo esperado. En uno de los descansos del recorrido se miraron y a pesar de los reproches del capitán, el grumete se encogió de hombros, esbozó una leve sonrisa y le estampó: Que nunca se le olvide, yo no soy el enemigo.

'Contradicciones', de Marta Sánchez

viernes, 6 de abril de 2012

Con los ojos cerrados


Se levantó aquella mañana de febrero confiado en que todo continuaría igual. Un poco harto de la vida, pero con hambre. Se fue directo a la nevera y pensó que no podría vivir sin agua, ni tampoco sin el olor de la leche caliente con gofio. Después una ducha rápida, un visto y no visto escapando del maldito espejo. La mañana fue tranquila, sin sobresaltos. Unas veces sonó el teléfono y otras la impresora. Para comer tocó pasta, sin estridencias. Ocupó la tarde en preparar la noche, pero sabiendo que no sería distinta a las demás y que lo que tenía era lo que iba a tener por los siglos de los siglos. Una llamada de última hora hizo que todo fuese igual que siempre. Anduvo por las calles, bebió ron y apenas escuchó la música que retumbaba en todas las esquinas de una ciudad sitiada por el carnaval. Y cuando ya daba todo por finiquitado apareció él, Jan, con sus ojos y sus maneras bruscas. Se miraron y enfadado pensó en que no iba a mover un ápice para acercarse, no quería más derrotas. Pero Jan no caviló igual, lo buscó para quedarse junto a él. Le bailó, le sonrió y una vez bajada la guardia le robó un beso. Los esquemas se le rompieron, también las malas ideas y la mayoría de las tristezas. Se dejó llevar sabiendo que el elegido por fin era Jan y con esta certeza el destino jugó con los ojos cerrados a que todo saliera bien…

miércoles, 4 de abril de 2012

Todos los días


Ando despistado por una calle, la de todos los días, pero hoy hay algo en el aire distinto. Miro las nubes grises de la esquina, las que esconden al sol, y de repente me ataca tu olor, el recuerdo que has dejado impregnado en mi atormentada piel. Suspiro y el camino se me hace más corto. Me consuelo soñando con tus dedos y también con tu sonrisa. Me sé tus labios de memoria y me sonroja pensar que el resto de pasajeros de este tranvía al Perpetuo Socorro sepan que me entretengo pensándote a mi lado en una playa del norte o conduciendo por una carretera sin destino. Me da por mirar por la ventana y también estás ahí, tumbado o diciéndome que los días ahora son más bonitos. Después aprovecho para recordar el modo en que me cogías la mano mientras bailábamos o como te enfadabas ante las cosas que no son justas… Y entre tanto recuerdo siento un alivio extraño en el estómago porque sé que en unos días, a tu regreso, todo volverá a ser igual que siempre…

martes, 3 de abril de 2012

Poema

Te quiero porque un día me llevaste hasta el río
y al vuelo de las aves que anidan en el agua.
Y me tocaste el hombro para darme el aliento
que pierdo en ocasiones.
Porque me miras grave
y me guiñas los ojos para poder seguirte.
Y me alientas,
y me acoges,
y me retienes por el aire cuando vuelo sin rumbo
o he perdido el oriente.

'Quince poemas (de amor adolescente)' Elsa López