sábado, 30 de noviembre de 2013

Había panza de burro

Un martes a las tres en punto se fue. Un martes a las tres en punto se me fue el amor, la vida. Fue justo después de almorzar. Sí, un martes de verano a las tres de la tarde. Cogió sus bártulos y sin pensarlo, casi sin ruido, me dijo que se iba. Un martes -¡hay que joderse!- a las tres en punto se me rompió el corazón en mil pedazos imposibles de recomponer. Aquel día estaba nublado, había panza de burro...

miércoles, 27 de noviembre de 2013

La maldita letra

Se oía una canción a lo lejos. La tarareaban un grupo de niños que estaban jugando a la comba mientras esperaban la guagua, que puntual a su cita llegó a los pocos minutos y partió rumbo al colegio. A los pequeños les quedaba un largo trecho. Intentó recordar aquella maldita letra, pero sólo pudo quedarse con la melodía, que le acompañaría el resto del día. Le martirizaba el cerebro, pero no pudo deshacerse de ella. Pasaron unas cuantas horas y en cada silencio ahí volvía a aparecer, de improviso, como los ladrones al descuido. Sólo quienes lo han sufrido saben lo que es y no fue hasta que se despertó, al día siguiente, cuando pudo identificar cada palabra. Fue una revelación, nada más abrir los ojos, con una sorprendente lucidez apareció y la recitó a viva voz: Antón, Antón; Antón Pirulero, cada cual, cada cual que atienda su juego, y el que no lo atienda, pagará una prenda...

viernes, 22 de noviembre de 2013

Mi día

Un grupo de niños juega entre las olas, a pesar de que noviembre avanza hacia su ocaso. Los deportistas andan por la arena ataviados con su ropa ajustada y sin mirar atrás. Las luces se van apagando poco a poco y todo se queda en calma. El mar por fin descansa y sus olas amainan, igual que lo hacen los ruidos de los camiones que aparcan por las esquinas buscando alegrías malsanas. Todo está quieto, salvo mi corazón. Estoy en paz y por eso una sensación extraña se va apoderando de mis raíces: la felicidad. Hoy es viernes y sé que será un gran día, mi día...
 

sábado, 16 de noviembre de 2013

Los segundones


El mejor no es quien hace aspavientos y finge luchar heroicamente contra lo imposible, sino el que se deja llevar sin aparente esfuerzo y parece que tropieza con la perfección antes de haber llegado a buscarla. Los realmente buenos son los menos vistosos. Por eso la gente suele preferir a los segundones efectistas tanto entre los jinetes como entre los cantantes...
' La hermandad de la buena suerte', Fernando Savater

miércoles, 13 de noviembre de 2013

El próximo verano

Y era una mañana de verano, pero no de un verano cualquiera, sino de ése que no quiere marcharse, ése que ronda septiembre y que inevitable se encamina hacia la eternidad. Te despertabas siempre entre sábanas blancas y te asomabas al balcón con aquellas olas susurrantes, que nos encariñaban aún más. Preparabas un par de tostadas y las aderezabas con frutas de mil sabores. Parecía que todo era posible y no queríamos que aquello finalizase jamás. El sol adormilaba a las salamandras y los niños jugaban a destruir castillos de arena. Pero una mañana de verano le dio por llover, el sol dejó de visitarnos y los niños en el cole dejaron de creer en castillos encantados... Echo de menos todo aquello, también los caramelos junto a la entrada del salón y el tocadiscos sonando sin parar. Habrá que dejar a las cosas pasar, me dicen los detectives que te buscan sin descanso, aunque perdido no sé si con esta tristeza pueda alcanzar el próximo verano...

'Despacito y con buena letra', de El Viaje de Elliot

domingo, 10 de noviembre de 2013

El sol terminó por vencer a la densa neblina

La pesada bruma del invierno se disipó, por fin, el pasado martes. Fue de una forma repentina e inesperada. La pequeña Mery Sue se había levantado con la inquietud de querer recolectar las fresas de temporada antes de que se echaran irremediablemente a perder. Salvar la cosecha era su máxima y única preocupación. Por su parte, Tom, que había salido a dar de comer al ganado, sólo pensaba en su triste corazón. Últimamente le había dado algún disgusto y tanto pesar a cuestas siempre terminaba pasándole factura. Desayunó una quinta de vino y tiró para el monte. A media mañana sintió una pequeña intranquilidad en el estómago. Fue como si lo inevitable se aproximara imparable. Pocos segundos después, entre la niebla, se hizo fuerte un primer rayo de sol. Con los ojos bien abiertos, culpa de la extrañeza del fenómeno, se mantuvo quieto hasta que el sol contento terminó por vencer a la densa neblina. A Mery Sue se le cayó al suelo la cesta llena de fresones y corrió henchida de felicidad hacia el claro del bosque. Allí se encontraron y gozosos se dieron un gran abrazo. Ambos sabían que la llegada del sol iba de la mano del regreso de Matt. Tal vez tardaría unos días, a lo sumo dos semanas, pero más pronto que tarde aquel militar irlandés, pelirrojo y siempre sonriente, estaría en casa de nuevo, junto a su hija y al amor de su vida.
 

jueves, 7 de noviembre de 2013

El día que me muera

El día que yo me muera, como me venga uno con resurrecciones y demás, ¡le parto la cara!

El brezal de Brand, A. Schmidt

viernes, 1 de noviembre de 2013

Imparable

Y el sol está ahí, imparable. Observándolo todo y permitiendo que la vida continúe. Las malas hierbas descansan y el jardinero feliz desayuna chocolate con churros en un paraíso cercano. Los 24 horas adormilados apuestan por detenerse un segundo a mirar las estrellas; la doña del sexto ha dejado de fumar y los niños bailan break-dance cerca de la piscina del apartotel. Y el sol sigue ahí...

'Non, Je ne regrette rien', de Edith Piaf