miércoles, 27 de noviembre de 2013

La maldita letra

Se oía una canción a lo lejos. La tarareaban un grupo de niños que estaban jugando a la comba mientras esperaban la guagua, que puntual a su cita llegó a los pocos minutos y partió rumbo al colegio. A los pequeños les quedaba un largo trecho. Intentó recordar aquella maldita letra, pero sólo pudo quedarse con la melodía, que le acompañaría el resto del día. Le martirizaba el cerebro, pero no pudo deshacerse de ella. Pasaron unas cuantas horas y en cada silencio ahí volvía a aparecer, de improviso, como los ladrones al descuido. Sólo quienes lo han sufrido saben lo que es y no fue hasta que se despertó, al día siguiente, cuando pudo identificar cada palabra. Fue una revelación, nada más abrir los ojos, con una sorprendente lucidez apareció y la recitó a viva voz: Antón, Antón; Antón Pirulero, cada cual, cada cual que atienda su juego, y el que no lo atienda, pagará una prenda...

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