martes, 29 de noviembre de 2011

Cosas importantes

¿Cuáles son las cosas que son importantes para mí? La pregunta retumbaba en el cerebro de Tim. La oía una y otra vez, dando vueltas sin parar, pero no se atrevía a hacérsela a Ryan. El miedo a una respuesta insatisfactoria era como un muro infranqueable. Él sabía que a Ryan le gustaba leer el periódico los domingos por la mañana tumbado en el sofá o que no podía parar de leer los tebeos de Mafalda. También se comía las uñas y odiaba conducir entre semana. Hablaban todo el rato y una mañana mientras preparaba unas tostadas a Tim se le escapó la pregunta y Ryan la escuchó, pero no supo qué responder…

domingo, 27 de noviembre de 2011

Soy Eduardo

Soy Eduardo, dijo sin preámbulos y de pronto el mundo se detuvo por completo. Los semáforos se pusieron en ámbar y los barriles de cerveza se secaron para siempre. El corazón se me paralizó y la sonrisa se me congeló un instante imperceptible que me pareció eterno. Mucho gusto, respondí moribundo y desapareció entre la marabunta. Después el suelo no se abrió bajo mis pies y no pudo tragárseme, a pesar de que ese fue mi único deseo. Dejé de respirar y el pasado se abalanzó contra mí con una inusitada violencia. Era él. Era él y no otro. Nunca lo hubiera imaginado así, con esa sonrisa altiva y desafiante. Era el oficial, el que tenía los derechos, y yo: el otro, el que sólo tenía los momentos a escondidas para enseñar el amor. Llegué cuando aquello entre ellos agonizaba y sin saberlo me metí en una habitación complicada que sólo me dejó desesperación. Fueron dos años en los que a pesar de hacer todo lo posible para evitarlo siempre me despertaba con la sensación de que nunca sería para él tan bueno como Eduardo, el perfecto y maravilloso Eduardo. Nunca quise conocerlo, me daba miedo percatarme de que no estaría a la su altura. Ahora tanto tiempo después -cuando ya todo ha pasado- el azar lo había puesto en mi camino. Quizá para que el puzle termine de una vez por todas de completarse. No sé si sabía quién era yo o si lo hizo con toda intención, pero allí llegó para decirme quién era y lo ejecutó sin contemplaciones, como un alud que lo devora todo y no deja nada tras de sí. Soy Eduardo, retumbaban mis oídos y la piel se me deshacía sin consuelo. Soy Eduardo, repetían incapaces de escuchar el mundanal ruido de la vida. Soy Eduardo, soy Eduardo, soy Eduardo

viernes, 25 de noviembre de 2011

Al poco

La casa cede poco a poco como si se hubiera caído en un estanque de agua espesa y llena de carpas. Se va desmoronando y apenas levanta polvareda. El techo es lo primero que la nada se traga y después van las paredes azuladas y las ventanas. También el omnipresente pladur. Las enredaderas del jardín se quedan en pie y también las higueras que florecen después de la tormenta. Y apareces tú en la playa, enseñándome tu bañador de rayas blancas. Me lo muestras mientras te fumas un cigarrillo… Abro los ojos y me zafo del mal sueño. Me cuesta despertarme y no sé si ha sido una pesadilla o un presagio. Consulto a una tarotista, pero no hallo respuestas, sólo cuestiones al viendo… ¿Por qué ahora? Si quieres decirme algo, éste es el momento, te digo y no respondes. Callas, igual que hacías entonces. Y vuelvo a oler el humo que te rodeaba, escuchar tus palabras y confieso que me apetece volver a sentir tus dedos protegiéndome los hombros. Te quiero, dijiste una tarde de sol y ahí me quedé, aunque terminases yéndote al poco y ahora no me apetezca olvidar. Sin reproches, ni insultos. Tampoco malas palabras. En calma. Y regreso al sueño porque dormido escapo de la realidad…

sábado, 19 de noviembre de 2011

La dicha efímera

Lulú y Siony vivían juntas. Se habían conocido en un chat hacía dos semanas. Terry tenía un coche, un apartamento a las afueras y corría todas las noches. Solo. Siempre, solo. Mario y su novio Pete buscaban compañía los sábados por la noche en la discoteca Paradiso, no les gusta dormir sin que alguien desconocido les arropase. A Fred le daba por vestirse de mujer los martes, el resto de la semana pintaba, bailaba y amaba. A veces iba al cine, pero lo que más le gustaba hacer era tocar a chicos de incógnito. A Julius esta costumbre le disgustaba aunque con el paso de los días la única alternativa que le quedó para estar cerca de él fue imitarlo a escondidas. Gonzalo era distinto, trabajaba diez horas cada día de lunes a sábado, por las noches iba a la biblioteca -quería ser politólogo- y los domingos no se perdía el almuerzo que organizaban sus padres. Yoni era más libre. Le gustaba pintar paisajes naranja, áridos, calientes. Estaba aprendiendo bailar salsa y lo había dejado con Quique hace unos días porque se aburría con él. Nene Martínez aparentaba una vida que no tenía. Era divertido y sensible delante de sus compañeros de trabajo, pero cuando nadie le veía paseaba por la superficie de las cosas, sin importarle nada. Lo único que quería era sumar bocas nuevas, las más posibles, cada noche. A Mari Paz le apetecía operarse de la vista. No veía demasiado. Y también la nariz. Algún día se iría a Alemania, lejos del folk caribeño y las maneras bananeras que tanto detestaba. Pepe por su parte no podía vivir sin una copita de vino entre sus dedos. Sabiendo que la dicha era algo efímero. Y a pesar de eso, de no ser perfectos, todos frente al espejo parecían felices.

jueves, 17 de noviembre de 2011

La correcta

Entró en aquella habitación vacía. Miró hacia el sofá y le apeteció acurrucarse. Cerca de la ventana, mirando los coches que pasaban y alguna nube. No había bullicio. Ni ruido. Como si la vida estuviese detenida. ¿Qué camino seguir ahora? ¿El establecido, el normal? ¿Otro? Ojeó las fotos de la pared y volvió a preguntarse sobre el otro sendero. Sobre el alternativo. Se detuvo buscándose. Sonaba una canción de lejos, quizá la correcta…

lunes, 14 de noviembre de 2011

Buscar un nuevo rumbo

Removía el tenedor dentro de aquel inmenso plato de paella. Buscaba entre los granos de arroz otra vida. De fondo se oían las noticias, casi todas malas, de la crisis. También le perturbó alguna sirena de los bomberos, que siempre pululaban por el barrio. De vez en cuando miraba el reloj de la pared, que parecía detenido por los siglos de los siglos. Le faltaba algo, pero a estas alturas del partido aún no sabía qué. Lo sentía en la piel. A veces las rodillas se le ponían tristes a pesar de que exhibiese una sonrisa nerviosa. Le apetecía tomarse un respiro, descansar para buscar un nuevo rumbo. Quizá entre los árboles del bosque o en una ciudad con río. Regresaba a su tenedor y seguía sin tenerlo claro. Probó un nuevo bocado y optó por ponerle un poco más de sal al plato…

domingo, 13 de noviembre de 2011

En este sitio

Entraron en aquella discoteca y Mikel le dijo a Ben: En este sitio nadie da amor ni amistad. Ben no supo qué responderle y se quedó un rato en silencio...

Young Hearts Run Free

viernes, 11 de noviembre de 2011

Tim supo...

Aparentemente era un día normal. Todo había transcurrido según la hoja de ruta fijada de antemano por el coronel y su mano derecha Lars. Pero en el aire pasaba algo extraño. Tim veía la televisión, igual que lo hacía siempre a esa hora, las ocho y cuarto de la tarde. Tras los titulares de los informativos se había pasado a un capítulo de dibujos animados. Le apetecía desconectar del mundanal ruido… Pero algo había sucedido. La gente comenzó a notar algo al respirar. A partir de ahí todo sería diferente. Todos miraban hacia arriba, pensando que las respuestas estarían escondidas entre las nubes de la primavera. Poco había llovido hasta entonces. Los minutos pasaban y cada vez más eran los que lo sentían. Clementina entró como una exhalación en la casa. Pasó de refilón por el cuarto de la tele y se escondió en su habitación soñando con que nadie viese sus mejillas coloradas. El pudor le había ganado la partida. Pero a pesar de su diligencia Tim supo que ella se había enamorado…


Pdt. No sé si llega o te lo encuentras, pero sea como sea es una gozada que esté presente...

miércoles, 9 de noviembre de 2011

Está el hueco

Y desapareces en mitad de la noche. Te vas y temo mirarme al espejo. Si fuese una estrella seguiría brillando a pesar de tu ausencia, pero la luz de la Luna hoy lo tapa todo, incluso, los sinsabores que heredo tras tu huida. Y prefiero andar a tener que descubrirme, débil. Me preguntan el porqué de las cosas y sé que la respuesta no es sencilla. Quizá no esté escondida, quizá no exista. Corres, corres, corres, siempre lejos de mí. Como si yo fuese justo lo contrario a lo que quieres, a pesar de que hubo días en los que no cabía otra cosa en tu pensamiento más que acurrucarte entre mis alegrías. Eran buenos tiempos. Ahora tampoco son malos. Sólo que no estás. Está el hueco. Me apetece que te adentres en alguno de tus descansos hasta mi salón. Que tomes todo el té y las pastas que seas capaz y que desperdicies en mí tu aliento, que es lo único que me da vida. Una y otra vez, mil veces si es necesario y que no te salgas hasta que el cansancio por el ágape también a ti te deje exhausto. Y evito los cristales para que mi reflejo no se tope con mis ojos soñando en que tal vez estás más cerca de lo que creo…

'La luz oscura del mar', de El Pescao

domingo, 6 de noviembre de 2011

El vuelo de las seis

Intuyo que has perdido el vuelo de las seis. Ahora tocará esperar al de las ocho. O quizá te vaya mejor el de mañana a la una. Y mientras llegas me entretengo cuidando el jardín, limpiándolo de malas hierbas. Me acompaña una copita de anís y alguna que otra certeza: el cariño no se gasta. Todo ahora da vueltas y parece que al ventestate mi amor crece mejor. Con los colores pinto un mural, lleno de flores. Los segundos pasan, siempre distintos, diferentes. La puerta de llegadas se queda vacía definitivamente. La cinta de las maletas también. En unos minutos apagarán las luces, pero mañana será otro día…

jueves, 3 de noviembre de 2011

Este viaje es irremediable

El suelo se mueve bajo mis pies. Los lunes creo que todo marcha, que la máquina está engrasada, pero llega el martes y todo vuelve a tambalearse. Los miércoles son diferentes, unos inteligentes, otros traviesos. Hoy ha tocado lluvia, aunque al frío aún no le haya dado por llegar. Todos le siguen esperando, todos menos yo. Miro los cuadros, movidos, y me resultan extraños, como si los auténticos se hubieran ido de fiesta y en su lugar hubieran dejado a porteros de discoteca que lo único que saben es cortar el paso a quienes sólo quieren reír un viernes de Carnaval. Los sábados me siguen dando miedo. Demasiado. Cruzo los dedos y procuro aturdirme anhelando que lleguen las mañanas de los domingos. Debajo de las mantas sé que las piezas van encajando poco a poco, a su ritmo, y a pesar de las turbulencias. Y también sé que este viaje es irremediable y que por eso me gusta.

martes, 1 de noviembre de 2011

Le rondabas

A veces la piel le decía cosas. No se daba cuenta, pero le tranquilizaban. Era algo imperceptible, como la carcoma o las palabras de la mujer araña. Estaban ahí y por eso desde hacía días había decidido sentarse. Lo hizo en una silla de jardín roja que rota permanecía en su tejado desde los tiempos en que nadie sospechaba que algún día la tasa de paro rozaría el treinta por ciento. A veces la piel le decía cosas y esta vez le había susurrado al oído que le rondabas. Sí, Amor, le confesó que llegarías pronto para llenar su mundo de colores derretidos por la pasión.