martes, 29 de mayo de 2018

Del futuro al pasado

Me tocó echar la vista atrás. Buscaba un recuerdo y, como me suele pasar, no paré hasta encontrarlo. Era de una película, una foto de una película. Sabía que la había puesto en alguna parte, pero no recordaba bien de qué hablaba. En el trayecto, del futuro al pasado, me tropecé con otras imágenes, con otras frases, con otros desgarros, tantos que cuando llegué a la foto, a la mía, ya poco importaba el principio de esta historia. Supe que aunque aquello hubiera pasado hace ya tantos años, todavía estaba dentro de mí. Aún no he podido zafarme de todo aquello. Y no sé si siempre estará ahí dentro, aunque reconozco que todo ese cajón de fotos, de recuerdos, de frases escritas en las esquinas no ayuda al olvido… No lo hace, pero me resisto a desprenderme de mi mochila. Ella es todo lo que soy.

Derroche de Ana Belén.

domingo, 27 de mayo de 2018

Lo mejor para ti

Que todo vaya como sea mejor para ti. Ese es un buen deseo. A veces nos perdemos en plegarias para lograr esto o aquello y quizá sea mejor dejarnos llevar y solo pedir al universo que todo lo que acontezca sea bueno para nosotros, que no es poco. El día a día nos enfrasca en batallas, que cuando terminan nos percatamos de que no eran las nuestras. Por eso quizá lo mejor sea eso, desear que simplemente nos vaya bien…

Non mi avete fatto niente, de Ermal Meta y Fabrizio Moro.

viernes, 25 de mayo de 2018

Defectos

«Creo que en todo individuo hay cierta tendencia a un determinado mal, a un defecto innato, que ni siquiera la mejor educación puede vencer. Y ese defecto es la propensión a odiar a todo el mundo».

Orgullo y prejuicio, de Jane Austen.

martes, 22 de mayo de 2018

Una mujer fantástica

Marina corre, la cámara la filma desde delante, desde atrás, desde un lado, desde el otro, desde arriba, desde abajo… Marina es «una mujer fantástica» de Sebastián Lelio. Es una mujer que a pesar de todo sigue corriendo. Eres una quimera, le dicen y ella sigue hacia adelante. Todo lo que la envuelve la golpea, le pone trabas, la zancadillea… y ella continúa. A veces suplica, pero la realidad es implacable e inmisericorde. Y el estómago se me encoje y los ojos se me aguan. Qué difícil es ponernos en el lugar de los otros y qué fácil juzgar o temer lo distinto. Se nos llena la boca siendo amables, comprensivos pero solo miramos desde arriba, sin importarnos nada más; creyéndonos mejores. No hay ni un atisbo de amabilidad o buenismo, no hay final feliz, solo final. Tan real como la vida misma porque al final la vida está llena de mujeres fantásticas, mujeres a las que el mundo no les da una oportunidad; para tenerla se la tienen que arrebatar con arrestos. Y Marina corre y llegan los títulos de crédito y esa sensación rara, agria e incómoda, se me queda en el estómago. Ojalá mañana sea un día mejor, uno mejor para todas.

Allí donde solíamos gritar, de Love of Lesbian.

Pd. Qué bien dibuja el director. Después de Gloria llega esta maravilla...  

domingo, 20 de mayo de 2018

Yani, la política pizpireta

Yani, de Yanira, era una joven pizpireta con inquietudes. En el instituto siempre se presentaba a delegada de clase y era de las que continuamente protestaba para lograr que se acabara con las injusticias. Todo lo hacía con vehemencia, hasta equivocarse. Era tal su fuerza que, incluso, no titubeaba al mentir para zafarse de algún castigo. Un día, cuando un profesor le llamó la atención por estar de cháchara en clase, ni corta ni perezosa se puso en pie de un respingo y denunció el acoso que sufría. ¿Por qué me amonestas a mí cuando está toda la clase hablando a gritos y yo no he abierto el pico? Sus argumentaciones eran tan rotundas que al incauto maestro se arrugó. Aquella fue una victoria más de Yani. Su talento trascendió y por eso fue a caer en un partido político. Aunque ella era de izquierdas, la camelaron en uno conservador. Al principio todos la adulaban, tenían una estrella en ciernes, llegaría lejos. Le dieron el oro y el moro. Ella dudaba, pero todos lo hacían. Era lo normal. Y al tiempo que ella otorgaba se iba hundiendo cada vez más. Inocente no sabía que aquellos síes ilusos supondrían veinte años después su caída. Los mismos que la habían convencido de que recibir prebendas se habían cuidado de registrarlo todo para que cuando alcanzara algún logro poder recordárselo. En el partido nadie se salvaba, todos a una, como una gran familia. Cuando le tocó pagar el pato, allí todos eran inocentes, todos menos ella que había dicho sí tanto tiempo atrás. Los suyos le habían cortado la cabeza, ya no les venía bien. Ahora Yani predica a oscuras en las plazas del barrio. Su nueva empresa, acabar con las formaciones de jóvenes cachorros que todos los partidos se empeñan en amoldar a su gusto…

Friends, de Marshmello & Anne-Marie.

viernes, 18 de mayo de 2018

Algunas ya no

No son todas, pero todas son. Sí, vuelvo a repasar algunas canciones que me han gustado. Algunas ya no, otras siempre. Así es… Eres tonto, de Laura Garrido; Si una vez, de Selena; Me pesan las alas, de Maldita Nerea; El amor, de Massiel; Foundations, de Kate Nash; Peter Pan, de Kelsea Ballerini; Rehab, de Amy Winehouse; Procuro olvidarte, de Mayte Martín; Todas las flores, de Presuntos implicados; Runaway, de Del Shannon; Tan lejos, de No te va gustar; Todas tus amigas, de La Casa Azul; Santo santo, de Coque Malla; Makeba, de Jain; Escapar, de Moby & Amaral; Revolución, de Amaral; Smoke get in your eyes, de The Platters; Barbara Ann, de Beach Boys; y This is me, de Keala Settle.

martes, 15 de mayo de 2018

Dejando cadáveres a su paso


Estos días he recordado el final de una película. En él, Álvaro de Luna le decía al protagonista «espero que no te equivoques». Se lo dijo cuando éste, Mambí, decidió quedarse en Cuba tras su independencia allá por los últimos años del siglo XIX. Las tropas españolas regresaban a Europa. Y este final me ha venido a la memoria porque estos días –ya casi hemos gastado un quinto del siglo XIX- veo como unos y otros están enfrascados en mil batallas. Algunos ponen sus objetivos, loables, no digo yo que no, delante de todo; sin importarles nada, dejando cadáveres a su paso. Y en esas es cuando me viene a la cabeza ese «espero que no te equivoques» porque, al final, no dejo de pensar en que muchas de estas luchas no son más que burbujas que antes o después terminarán desinflándose. Y me apena, me entristece que en muchas de estas reivindicaciones no haya nada más que apariencia, que el fondo sea apenas un lodazal poco profundo. Que no les importen los muertos, muertos que también tendrían mucho que decir y que si les hubieran dejado hubieran dicho que ellos también querían batallar… Al final, la historia es la que es y nos pondrá en nuestro sitio, bueno o malo, errado o no. Ojalá los daños les merezcan la pena…

This is me, de Keala Settle.