sábado, 25 de julio de 2020

Los que incordiaban se esfumaron

Los pequeños detalles de la vida me habían jugado una mala pasada. Ese día anduve enfurruñado toda la tarde, ya casi no recuerdo el por qué. Estaba ofuscado con la vida, también con el calor y con la gente. Pasaban a mi lado con sus vidas, exhibiéndolas alegres e impúdicos, pero les quería lejos. No me apetecía verlos. Y en esas estaba, escondido en una esquina de la ciudad. En esas estaba cuando la vida me golpeó en el estómago. Otra vez. Lo hizo otra vez con toda su fuerza. Y dejé de respirar. No pude, me quedé sostenido en el aire, con los ojos rebosantes, pero perdidos en la nada. En el aire, también dejé de tocar el suelo mientras a mi alrededor todo avanzaba a toda velocidad. Estático y dolorido, en medio del trajín y del bullicio. Los pequeños detalles de la vida que me incordiaban se esfumaron. Solo quedó la nada, el vacío tras el golpe. El vacío tras el golpe y todo dejó de importarme.

Aprendemos a nadar, de Viva Suecia.