viernes, 10 de agosto de 2007

En construcción


El aire vuelve por sus fueros. Cuando parecía que irremediablemente había dejado de soplar, allí estaba. En mitad de una calle, cuando menos lo esperaba. Tímido, suave y ligero. Mi piel tembló al contacto con esa mínima brisa que hizo volver a latir mi corazón, ahora en reconstrucción.
Mis pestañas lo percibieron y mi estómago se alteró. Después llegó él. Pasó rápido, como una estrella fugaz, pero al girar la esquina se detuvo en seco y giró sobre si mismo para regresar a mi lado.
Sin excusas, ni explicaciones. Como si nada hubiera pasado y sin compromisos de futuro. Libre como el viento. Las palmeras se movían imperceptiblemente y el tiempo voló. Después la noche se asentó y fui yo quien tuvo que alejarse sin mirarle a los ojos, pero sabiendo que todo volvía a ser como al principio.

No hay comentarios: