El aire vuelve por sus fueros. Cuando parecía que irremediablemente había dejado de soplar, allí estaba. En mitad de una calle, cuando menos lo esperaba. Tímido, suave y ligero. Mi piel tembló al contacto con esa mínima brisa que hizo volver a latir mi corazón, ahora en reconstrucción.
Mis pestañas lo percibieron y mi estómago se alteró. Después llegó él. Pasó rápido, como una estrella fugaz, pero al girar la esquina se detuvo en seco y giró sobre si mismo para regresar a mi lado.
Sin excusas, ni explicaciones. Como si nada hubiera pasado y sin compromisos de futuro. Libre como el viento. Las palmeras se movían imperceptiblemente y el tiempo voló. Después la noche se asentó y fui yo quien tuvo que alejarse sin mirarle a los ojos, pero sabiendo que todo volvía a ser como al principio.
Mis pestañas lo percibieron y mi estómago se alteró. Después llegó él. Pasó rápido, como una estrella fugaz, pero al girar la esquina se detuvo en seco y giró sobre si mismo para regresar a mi lado.
Sin excusas, ni explicaciones. Como si nada hubiera pasado y sin compromisos de futuro. Libre como el viento. Las palmeras se movían imperceptiblemente y el tiempo voló. Después la noche se asentó y fui yo quien tuvo que alejarse sin mirarle a los ojos, pero sabiendo que todo volvía a ser como al principio.
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