Hoy tampoco puedo pensar. Me he quedado suspendido en el aire. Como si nada ni nadie importase. Todo da igual ahora. Nada sirve porque está roto.
Mi cara está preocupada y mi alma está en vilo. Soy intranquilo y ahora, más que nunca, lo estoy.
Sé que estás lejos. A una hora en coche. También sé que no te veré ni hoy, ni mañana. Pasarán muchos días hasta que pueda verte. Durante todas esas horas de ausencia intentaré reunir fuerzas. No será algo sencillo. Sé que no podré mirarte a los ojos sin que atisbes mi tristeza. Te darás cuenta de que no soy feliz y no quiero. No debo estar triste, pero aún estoy dolorido. A ello se une que no sé qué debo hacer y que también desconozco cual es el lugar que quieres que ocupe en tu mundo.
Llámame, me repetías una y otra vez, y no esperaste a que lo hiciera. Fuiste tú quien lo hizo y yo respondí sin miedo, pero aturdido de tanto dolor. También lo hice satisfecho por el hecho de saber que aún sigues ahí, junto a mi. No podré dejar de estar cerca de ti, aunque quisiese porque al final lo único que me importa es verte sonreir.
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