Tuve una idea genial. Era sobre la conciencia de
clase. Sobre los ricos y los pobres. Sobre el reparto de la riqueza. Era genial,
la idea. La tuve andando por la rambla. No recuerdo muy bien en qué diablos
estaba pensando, pero de repente comencé a hilar ideas, pensamientos. En mi
cabeza sonaban bien. Al final los de abajo siempre están abajo, por mucho que
mientan los de arriba. No tenía para anotar. Cuando tuve la idea, no tenía un
maldito papel para anotar y en el teléfono es una odisea. Odisea porque luego
no recuerdo dónde las guardé. Recuerdo exactamente el lugar donde tuve la idea.
Junto a un cartelón que ponía “porque somos de aquí”. Y de ahí fui enlazando
una cosa y otra y luego se esfumaron todas. Ahora ya no tengo nada…