Miro al aire. Buscando respirar. Sigo solo, mirando cómo todo a mi alrededor se mueve. De un lado al otro, sin descanso. Intento atrapar la música que suena a lo lejos y también las sonrisas que descubro en un cofre enterrado en tierra fértil. Abro los ojos y entre tanta gente me da por sentirme solo. Las canciones se suceden, pero sigo andando de puntillas para que no me atrapen. Las fotos tampoco son suficientes para pillarme. Me aparto un segundo, sabiendo que tal vez en esta ocasión sea ya de forma definitiva. Al rato vuelvo a la normalidad, pero nada ha variado. Sigo inalterable fijándome en los ojos azules y también en las pestañas. Me tropiezo con tu suéter marrón y rombos blancos. Ideo en sólo un instante asaltarte, preguntarte por el tiempo que hace en Bahamas o por si vienes a menudo a esta apartada orilla. Es una milésima de segundo. Un destello... El corazón se me acelera, se me atraganta y salgo después huyendo como si me fuera la vida en ello. No quiero, pero corro lejos persiguiendo un lugar en el que la vida no se escuche y no lo hallo. Levanto las piedras del camino, vuelvo del revés las papeleras y me detengo en cada escaparate con la ilusión de que el miedo se me vaya de la piel. Lo hago todo y al final sin éxito desisto. Me hundo en mi almohada e intento que al cerrar los ojos todo acabe, pero no es así. Ahí vuelven a estar tus vaqueros, tu mirada y tus rombos...
Pdt. Toca Russian Red y su 'I hate you but I love you '