martes, 1 de mayo de 2012

De aventura

Se levantó al amanecer. Era invierno y el frío de la mañana se colaba por las comisuras de la ventana. El cristal empañado por el vaho continuaba lleno de polvo. Tim salió a la calle y no había ni rastro de los coches, tampoco había nada abierto, la ciudad estaba desierta igual que un día de fiesta. Al sol le costó salir y cuando lo hizo, tímido, volvió a esconderse tras las nubes. Todo estaba vacío. Quiso volver, pero ya era demasiado tarde. Se suponía que había recorrido más de la mitad del sendero y no merecía la pena regresar. Aquella mañana había decidido emprender una aventura, la de la vida, y sólo le restaba seguir avanzando…

2 comentarios:

Romina dijo...

Adelante!

Ce Castro dijo...

Eso, ¡siempre adelante!