¿Me quieres? Más de lo que crees. Y respiré tranquilo… Mi corazón dejó
de latir a toda prisa, mis músculos se calmaron y la opresión del pecho
desapareció poco a poco, igual que hacen los trenes de cercanías. Desde hacía
días estaba como aprisionado en tu pequeña caja de zapatos; me sentía como uno
de tus gusanos de seda, al que le pones unas hojas de higuera para que vaya tirando
y poco más. Necesitaba luz y el bálsamo de tus palabras. Quería escuchar como
cuentas historias o como me dices cosas al oído. ¿Me quieres?, pregunté muerto
de miedo esperando cualquier respuesta. Más de lo que crees…