jueves, 22 de noviembre de 2012

A ciencia cierta

Caminando hacia casa, Maribel miró hacia el mar. Parecía despejado, pero allí estaba el arco iris. Aparece siempre en los momentos más insospechados. Debía de ser una lluvia muy fina aquella, que no se atrevía a llegar a tierra. Aún le quedaba un buen trecho para llegar a su meta, pero se entretuvo combatiendo, primero, el frío con su gastada chaqueta vaquera y, luego, desprotegiéndose cuando al sol le dio por aparecer para quedarse definitivamente. Se agarró a su pulsera, sabía que era el único amuleto que le hacía avanzar sin miedos y apoyándose sólo en la buena fe. Si haces las cosas con el corazón, saldrán bien. Ya en casa, cerró la puerta y se detuvo en la persiana a medio bajar, en las cortinas de flores y en aquella mesa decorada con dos rosas. Estaba en casa. Por fin estaba en casa, se dijo. Se había ido con el alba y ahora podía descansar. Antes se hizo un jugo de naranja. Desde el sofá, con los pies tendidos, dejando que los rayos del sol le acariciaran la piel y sabiendo, a ciencia cierta, que hoy todo volvía a comenzar…

2 comentarios:

Romina dijo...

lindo para quedarse un rato en el mullido sofá..

Ce Castro dijo...

cuánta razón tienes...