domingo, 19 de abril de 2020

Tan solo un agapimú de Ana Belén

Con motivo de este aniversario, he decidido colgar algunas historietas que he ido publicando las últimas semanas a través de mi cuenta de Twitter @cecastroramos. Están adaptadas para ser leídas en este formato:


Faltaban unos minutos para las doce del mediodía en Canarias. Exactamente faltaban diez minutos para las doce del mediodía y tenía la tensión por las nubes porque llevaba desde primera hora de la mañana esperando por una llamada de trabajo. Qué nombre tan feo: Llamada de trabajo… En fin, que intuía que me iba a quedar sin poder avanzar demasiado porque se me iba a solapar con los encargos de última hora, cuestión básica de estos días de confinamiento y de la soledad de los últimos 18 días. 

Cinco minutos para las doce, que empieza, que empieza y me da por mirar por el balcón. Se oía más bullicio que de costumbre. Con esto de la cuarentena se me ha agudizado el oído, hasta he vuelto a escuchar a alguno de los pocos aviones que aterrizan en Los Rodeos. Eran dos treintañeros que paseaban por mi calle. Tan alegres, tan abstraídos de todo lo que les rodeaba. No sé qué se decían, pero les envidié por un segundo. Uno, más regordete y de bermudas azul marino, llevaba una bolsa de basura y una botella de agua vacía. El otro, alto y elegante, paseaba un labrador o eso me pareció. Los dos iban libres hacia el contenedor de basura. Sí, solo el contenedor de basura orgánica. Así que imaginé que ahí también iría a parar la botella de plástico. ¡Pobre planeta! 

Coincidiendo con las señales horarias del mediodía comenzaron a bailar. Fue un segundo en el que dejaron de ser dos para convertirse en uno solo. Sincronizados a la perfección. El de Tobby (siempre me ha gustado ese nombre para un cachorro) se cruzó por detrás, mientras el otro chaval levantaba la mano en la que llevaba la bolsa de basura hacia el contendor. Un segundo, tan solo un agapimú de Ana Belén y al tiempo se intercambiaron con las otras manos que les quedaban libres dinero y un paquetito enrollado en una bolsa blanca. Despedida acelerada y cada uno por su camino, como si no se conocieran de nada. Malos tiempos para la abstinencia, pensé. Un agapimú y se desvaneció toda la magia. Después dejé de mirar por la ventana, volví a lo mío, al teletrabajo. La vida continúa.

Agapimú, versión de Ojete Calor.

Pd. Espero que les gusten.

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