martes, 2 de junio de 2020

Nos han robado el destino

Nunca sabremos todo lo que nos ha robado la pandemia. Nunca lo sabremos. Jamás. Ese tiempo que no viviremos, esas risas que ya no disfrutaremos. Esa vida que se nos ha escapado. Quizá lo peor sea que nos ha regalado a manos llenas miedo. Eso sí que lo ha hecho, ha sido terriblemente generosa en oprimirnos el corazón. Mirando desde el balcón como nada sucede, como está todo detenido. Incapaces de vivir. Nos han robado el destino. Ese donde íbamos a ser felices, en el que todo se enderezaba. Sí, nos lo ha quitado la maldita pandemia, la alarma constante, todo lo invisible. Solo nos queda una opresión en el pecho, esa incapacidad de respirar con normalidad y la idea constante de que nos podemos esfumar en un segundo. Todo puede terminar rompiéndonos en mil pedazos. Eso es lo único que tenemos ahora, la constatación de que todo puede empeorar porque, al final, lo nuestro es eso, sufrir. Y hay segundos en los que nos rebelamos, que queremos volver a lo de antes, como si eso fuera posible, y esa imprudencia nos costará demasiado cara; no tendremos nada para abonar nuestra deuda, que será definitiva…

Precipicio al mar, de David Otero

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